PASIÓN POR EL CUERPO
Camilo Ernesto Ramírez Garza
El desarrollo de tecnología como elemento disparador de la llamada era virtual, ha producido ciertos tipos de subjetividad. Ello se refleja en la construcción de la identidad del sujeto postmoderno, así como en las características de las relaciones de intercambio social, cultural y económico.
En lo general las vías de acceso a la información se han diversificado. Ahora es posible encontrar cualquier tipo de información a “un clic” de distancia. Dando la sensación de tener al “mundo” en las manos, -siempre y cuando esté digitalizado. Por otro lado lo llamado virtual no es un concepto nuevo, éste se refiere etimológicamente a lo potencial, es decir aquello que puede llegar a ser. Sin embargo ha quedado relacionado exclusivamente con la tecnología de simulación de ambientes: comunicaciones, educación, juegos, programas físicos, astronómicos; aplicación biomédica, militar, etc.
¿Cómo influyen estos desarrollos tecnológicos -virtuales- en la subjetividad? (por subjetividad entiéndase las formas en que cada persona piensa, percibe y experimenta “la realidad”, así como los procesos de construcción de su identidad) ¿Dónde queda el cuerpo? Intentaremos responder estas preguntas.
Nadie dudaría que en el ambiente virtual, el tiempo, espacio e identidad se transformen. El tiempo de la red (World Wide Web: red ancha mundial) es un continuo presente que nunca cierra. A los usos de horario de cada país o región se superpone el “tiempo” presente de las llamadas sesiones en línea, a distancia y simultaneas. Por su parte el espacio también se modifica: una empresa puede existir solo en la red, sin requerimientos de compra o renta de local, sólo de un dominio para su página Web; todo queda reducido a capacidad de memoria y procesamiento: bites, gigas, etc.
Las distancias se reducen al tiempo de segundos efímeros y fugaces. Sin dejar el monitor y la comodidad del hogar es posible viajar por la red entera; visitar museos, contemplar paisajes, siempre desde el límite de la resolución del monitor, el software y hardware que se dispongan. La identidad y los procesos de relación cambian: son en la red, a través de diversos dispositivos: teclado, cámaras fotográficas y de video; plataformas de intercambio, etc. Dejando “a fuera” las eventualidades propias del contacto cuerpo a cuerpo, de conversar de frente: escuchando las entonaciones, pausas y ritmos, etc.
¿Qué le sucede al cuerpo? ¿Cómo entra en relación? De entrada está descartado. Pues los intercambios se producen principalmente en texto e imagen. La tecnología introduce registros propios (parecidos a los sentidos del cuerpo): un sonido, una imagen, incluso aromas son digitalizados (codificado a lenguaje binario 0 1) formando realidades potenciales, en donde se tiene la sensación que cualquier cosa es posible, sin los límites –estorbos- del cuerpo y de la “otra realidad” fuera del monitor: construir nuevas identidades con diversos nombres y relaciones; decir y hacer lo que se desea; crear una vida distinta en las llamadas aldeas, sociedades virtuales, de ensueño que devuelven algo de satisfacción a la difícil realidad que se vive, a la “amarga realidad” –como se dice; amigos y parejas imaginarias, se crean a la medida. La sensación es que con sólo prender el monitor y ciertos conocimientos básicos, la imaginación puede dar forma a cualquier deseo. Entonces aparecen las dificultades de desconectarse de “ese mundo”. Los llamados “pegados” a la red (“Stuck in cyber Web”) gente que se ha hecho al tiempo de la red: constantemente en línea, privando a sus cuerpos de sueño, aseo y alimento. Pues para “vivir en la red” no se requieren.
Ante estas realidades, no es de extrañar que desde hace algunos años hayan aumentado los casos de personas en donde el cuerpo se ve afectado: desde las llamadas enfermedades psicosomáticas; trastornos alimenticios: anorexia y bulimia; simples dolores de cabeza ocasionales; migrañas; trastornos del sueño, perforaciones, hasta accidentes automovilísticos, suicidios, auto-mutilaciones, etc.
Una primera apreciación es que en ellos el cuerpo ocupa un lugar de importancia: ¿cómo se relaciona con un problema emocional? Y ¿qué función o qué órgano se ve afectado? El cuerpo empieza y termina por “decir” lo que no se dice de viva voz, o no se sabe (al permanecer inconscientes las razones que producen dichos padecimientos). Supongamos que una persona ante situaciones que le provocan mucho miedo, le tiemblan las piernas al grado de no poder dar pasos seguros. Pero de lo único que se da cuenta –concientemente- es que no puede caminar. La causa y el significado de su problema permanecen inconscientes. Si decidiera iniciar un proceso de psicoanálisis, podría ir des-cubriendo dichas causas que lo llevan a “no poder caminar”: como ¿cuáles son los miedos? y ¿ante qué situaciones?, ¿Qué función tiene expresar el “sufrimiento” en el cuerpo y no de otra forma? La –lamentable, pero necesaria- simplificación del ejemplo es sólo parte de la descripción, pues dichas “realidades” con mas complejas.
Por otro lado, parece que ante la virtualización excesiva se busca –o intenta- devolver algo de realidad a la existencia, mediante el cuerpo como referente. Pues el cuerpo siente y percibe; duele y se enferma; sangra y también muere. Dichas experiencias restituyen la dimensión del cuerpo en el espacio y tiempo; así como en la relación con los otros. Puede constatarse en la diferencia de correr un auto de carreras en una realidad virtual que uno de “verdad”; hacer ejercicio y sentir el agotamiento; luchar en una guerra cuerpo a cuerpo (con la muerte encima a cada instante) que aquellos que desde la “tranquilidad” y diplomacia determinan la estrategia a seguir; salir por primera vez con el enamorado o enamorada, que chatear con la escritura de quien sabe quién. En todos ellos las dimensiones de “la realidad” son distintas.
*Periódico El Porvenir/Cultural, pp. 3 julio 2005
Monday, October 16, 2006
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