"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Tuesday, July 13, 2010

Lo que eclipsa es el deseo femenino

por

Camilo Ramírez Garza

psicoanalista

Twitter:CamiloRamirez_

En la película, recientemente estrenada, “Eclipse” (EUA, 2010) asistimos a la presentación de algo fundamental, que organiza, las fantasías entorno a la mujer y el amor. Por un lado se nombra un Eclipse: ¿Quién eclipsa a quien? ¿Jacob a Edward? ¿Edward a Jacob? Nada de eso, lo que realmente eclipsa – y a ambos- es el deseo de la mujer: lo que Bella quiere, incluso más allá de ella misma.

Y ¿Qué es lo que quiere (B)ella? …

Todos intentan responder la pregunta: Charlie, su padre –que ni siquiera es nombrado como tal- quiere que (B)ella no esté con Edward, sino con Jacob, solo hasta que se entera de los convencionalismos sexuales del primero; que su hija sigue siendo virgen, pues su “pálido” enamorado, quiere esperar a estar casados para tener relaciones sexuales. Jacob y Edward, creen “responder” a la pregunta diciéndole a (B)ella algo aparentemente similar, con sus respectivas diferencias: “A quien tu quieres es a mi”.

Sin embargo, Edward, más que Jacob, está advertido que debe “dar lugar” a lo que (B)ella quiere, independientemente de su deseo “egoísta” de vampiro (reducir al otro a sola sangre a tomar. En ese sentido, el amor tiene siempre algo de vampiresco) haciéndose a un lado, permitiendo que (B)ella realice algo que quiere, ame…o el colmo de los colmos, que se caliente del frío con Jacob; pues hay algo que ella ama más allá de Edward mismo. De ahí que una posición que él toma ante (B)ella sea la de no forzar. Incuso se lo dice a Jacob, que entendió que si quiere que (B)ella esté con él, tiene que dejar que ella decida. Cosa que advierte muy bien también Jacob, pus intenta jugar esa misma carta, diciéndole que Edward solo quiere controlarla, que lo que a (B)ella le conviene es él. ¡Como si él no quisiera lo mismo! Pero (B)ella, como Alicia en el país de las maravillas, aprende su lección, advirtiendo que no tiene que mimetizarse con ningún fulano (lobo o vampiro): ser lo que ello suponen que ella quiere, sino jugar dicho juego, pero al mismo tiempo realizar lo que desea. Puesto que ella deja en claro que no desea ser vampira por Edward sino por algo más allá de él. Cosa que experimenta cualquier enamorado/a cuando descubre que aquello por lo cual su pareja lo/a ama, siempre es algo que una vez nombrado, queda reducido, cuando no trascendido del sujeto (¡Eso que amas en mí, me rebaza! ¡¿Tengo que cumplir con eso que ves en mí y que hizo enamorarte de mí?! La dimensión del atrapa miento del amor)

Edward también tuvo su tiempo de “Jacob” pero lo superó. No por nada, Jacob, como todo buen aprendiz amoroso, mientras (B)ella duerme, consulta a Edward: ¿cómo le hizo para renunciar a (B)ella e irse? Pues ahora él anda en las mismas: sabe que le aguarda lo inevitable: que (B)ella elegirá a Edward Desde la óptica de Jacob, lógica masculina: me rechazó a mi (por pobre, menso, menos, tonto, etc.) y lo eligió a él (inmortal, frío, educado, etc.) sin embargo, también capta lo que (B)ella siente estando con Edward.

(B)ella no elige convertirse en vampiro solo por Edward, -“la mosca muerta” resulta que no estaba tan muerta- Por lo que Edward bien podría decirle a Jacob: “Tú crees que estamos muy bien, que soy feliz con ella, pero mira, me acaba de decir que ni siquiera se va a convertir en vampiro solo por mí, así que también yo he de compartir su amor con algo más: algo que está más allá de mi: ser vampira, -lo que eso implique para (B)ella.

No obstante, Edward, por sus poderes, conoce esos elementos, en pensamiento, que ni Bella se puede aceptar para sí, eso que Jacob sabe por la vía del cuerpo: que Bella también lo ama. Por eso ni se enoja cuando (B)ella besa a Jacob, pues sabe que tiene que dejarla, no eclipsarla.

Podríamos decir psicoanalíticamente que Edward tiene acceso/conocimiento al Inconsciente de (B)ella. Pudo, al menos con una, logar responder a la pregunta de Freud de ¿Qué quiere una mujer?.. Ya veremos hacia donde lo lleva eso en otras partes. Mientras que Jacob, prescindiendo del lenguaje tal cual en palabras y pensamiento, siente (detecta) lo que ella siente cuando él la ronda y le tira, no los perros, sino los lobos.

Dejando de lado la fantasía masculina sobre la mujer (Lo que Charlie, Jacob, Edward plantean a (B)ella) solo, quizás, la irrefrenable hambre, el ansia devoradora del vampiro, su estática presencia en el tiempo y espacio, que surca la eternidad, está más cercana de lo que (B)ella quiere: “Nunca me he sentido parte de, en cambio con ustedes siento que pertenezco a algo” –palabras más palabras menos, le dice Bella a Edward, en esta tercera parte, sobre el por qué de su conversión, sobre el por qué desea ser vampiro. Ni siquiera es chupar sangre, pues lo vive como algo por lo que tendrá que atravesar (estar hambrienta recién convertida) A lo que Edward responde, medio desconsolado: “No es por mí. Creí que era por mí” (que quiere ser vampira) Respuesta típica de aquel que creía que “era el objeto total del deseo de alguien” y no solo algo, como cuando alguien dice: “Me quieres solo porque te hago…” (un instrumento, objeto parcial, etc) que lo rebasa incluso a sí mismo, reduciéndolo. Dicha fórmula también vale para Jacob, tampoco es por él que quiere ser o dejar de ser humana para convertirse en loba o vampira. Pues está claro que (B)ella no quiere, evidentemente, ser parte de la manada “pack” de lobos; ser uno con la selva, fundirse con todo, como sería la temática AVATAR.

Por lo tanto, no es la fantasía masculina sobre la feminidad, lo que el hombre fantasea (supone) que la mujer fantasea y desea[1]: un hombre completo, compuesto de un animal, bestial, con aroma y porte de hombre, sin camisa, caliente, dispuesto a “guardar silencio” y dejarse acariciar (Jacob en su reducción a lobo, simple energía sexual, fuerza bruta al mismo tiempo infantilmente tierno, un cachorrito a quien acariciar; un perrito gigantesco para llevar del brazo, al más puro estilo de Paris Hilton, socialité hollywoodense) con su contraparte el caballero, gentil vampiresco, lleno de historias y mundos (Edward, chapado a la antigua, sigue todos los protocolos, “da el anillo antes de que le den el anillo”, frío, educado...) Sino lo que irrefrenablemente (B)ella desea: ser parte del clan de vampiros, poseer en sí eso que le rebasa y localiza en los vampiros. Podríamos anticipar, con cierta seguridad, que cuando (B)ella logre poseer eso que le dará el ser vampira, Edward ya no importará tanto. Pues (B)ella ama algo más allá de lo que Edward es -¿Acaso se podría de otra manera amar? Eso parece tenerlo claro Edward, haciéndose a un lado, permitiendo no ser todo para ella, lo cual sería muy ingenuo: esperar ser todo para alguien, no conformarse con solo ser algo, lo suficiente, para formar parte importante en su vida, en su historia.

Y a la pregunta ¿Y por qué no se quedó con Jacob?...se respondería con la misma fórmula simple: porque (B)ella no quería ser loba, sino vampira.

13 julio 2010

http://camiloramirez.jimdo.com

camilormz@gmail.com



[1] Como el conocido chiste: ¿Cuántos animales necesita una mujer? Un tigre en la cama, un jaguar en la cochera, un burro que cargue las cosas, y un buey que pague todo. Esa pareciera ser más bien la fantasía masculina de la feminidad, eso que incluso las mujeres “compran” como aquello que desean en un hombre. Ver película remake: “Al diablo con el diablo” (Bedazzled, EUA; 2000) donde el personaje central igualmente se plantea el cómo y qué quiere una mujer, siempre partiendo de lo que él imagina que desea una mujer: la mujer capturada desde la fantasía del hombre.