Las verdades cifradas: las formaciones del Inconsciente*
Camilo Ernesto Ramírez Garza
Camilo Ernesto Ramírez Garza
Antes de la creación del psicoanálisis por Sigmund Freud los síntomas histéricos, los sueños, lapsus, olvidos, actos “impulsivos”… y demás fenómenos humanos eran considerados simples singularidades sin sentido; chiflazones; simulaciones, cosas sin importancia. La grandeza de tal descubrimiento consistió en reconocer en ellos su carácter de Saber- cifrado; Que poseen pleno sentido (significado) para quien los padece y la creación de vías para su desciframiento. El soñante –dirá Freud- es como si soñara en otra lengua. Percibe imágenes variadas, intercaladas sin mucho sentido. Las explica ora por un referente da una película de la víspera; ora por un problema, un dicho que le ocupó el pensamiento despierto, etc. No considerando a sus sueños más allá de tales sentidos, éstos se van olvidando.
Si consideramos los inicios de la obra freudiana nos encontramos con una línea que va de los síntomas histéricos (“Estudios sobre la histeria”, 1895) a los sueños (“La interpretación de los Sueños”, 1900) a los olvidos, cambios y deslices al hablar o escribir (“Psicopatología de la vida cotidiana”, 1901) a la sexualidad y los chistes (Caso “Dora”; “Tres ensayos de teoría sexual” y “El chiste y su relación con el Inconsciente” , 1905) mostrando una y otra vez el carácter de símbolo de tales producciones, formaciones del Inconsciente –les llamará después Jacques Lacan. Que manifiestan un Saber, que quién los experimenta no sabe que sabe, pues portan verdades cifradas para su entendimiento y voluntad, para su Yo. Lo cual devela una de las características humanas fundamentales: la existencia y efectividad de estar constituidos por el Inconsciente: como ese saber que cifra, que disfraza las verdades articulándose como un lenguaje. A partir del cual no se sabe nada, sino solamente se sufren sus efectos, como puede ser la sorpresa y el sufrimiento.
La actualidad, gustosa de explicaciones genéticas y neurofisiológicas, así como de soluciones (tratamientos) quirúrgicos y farmacológicos, igual para embellecerse que para problemas subjetivos, sociales –y eso es el colmo- y hasta políticos (Desde hace algunos años diversos senadores y diputados han propuesto el someter a los candidatos a la presidencia a evaluaciones de psicodiagnóstico; al “detector de mentiras”, lo mismo que a secretarios de estado y jueces) también para explicar la violencia social, familiar, la depresión, la anorexia y bulimia, el narcotráfico, etc. se olvida o se “hace de la vista gorda” de lo que muestran, lo que cifran esos síntomas: ¿Cuáles son las verdades que nos arrojan a la cara y de las cuales no contamos con referentes que nos hagan entender el significado, su razón de ser, su sentido?
Mientras que tales realidades sean remitidas al solo funcionamiento del cuerpo, como si éste no estuviera constituido por el lenguaje, la vida familiar, social, económica y política de nuestro país y del mundo; de sus contextos históricos, estaremos alejándonos de las verdades singulares que portan y que el Inconsciente nos muestra. En cambio estaremos perdiéndonos en estadísticas: números que desvinculan las condiciones más particulares de la vida humana (que la cosifican) y sus sufrimientos, de persona por persona, caso por caso. Quedaremos anonadados por los índices delictivos, de suicidios, muertes trágicas, asesinatos, corrupción, así como por las partidas presupuestales destinadas por los gobiernos para la “investigación”, “prevención” para erradicar tales “males”. O remitiéndolas al mal general del mundo; al pecado, etc. A la necesaria educación de raíz para prevenir tales problemáticas, sin saber como.
En cambio, considerar los síntomas como verdades cifradas redimensiona la vida personal y social. Abre perspectivas reales de investigación y solución. Dejando de lado las formulas desgastadas y sin sentido de las estadísticas que poco aportan, y solo angustian. Así como el analizante a través de su palabra asocia libremente, y va encontrando los sentidos cifrados de sus sufrimientos, de su padecer, posibilitándole advertir su sentido, así como el funcionamiento de su propio Inconsciente, la sociedad y sus problemáticas pueden encontrar en el psicoanálisis vías para el entendimiento y solución de sus conflictos, a partir del (re)conocimiento de las características del sujeto que forma la comunidad humana, interactuando en lo político, en lo económico, lo cultural, educacional y judicial.
*Articulo publicado en el periódico El Porvenir/Cultural p. 3 20 septiembre 2006
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