"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Friday, November 24, 2006











SUICIDIO EN ADOLESCENTES

Camilo Ernesto Ramírez Garza

Según cifras de la Secretaría de Salud del estado de Nuevo León, 25 son los casos de suicidios –reportados- de adolescentes en lo que va del año 2006. A partir de tal realidad se desarrollarán programas y campañas en planteles educativos donde se dará información sobre depresión, trastornos alimenticios (anorexia, bulimia) etc.

Adolescente proviene del latín adolescens, adolecere, crecer, desarrollarse, ser criado, alimentado. Usualmente se le considera “al que padece” o “carece” haciéndolo derivar de adolecer. Sin embargo la etimología precisa muestra que adolescente es quien está en desarrollo, por lo tanto en crecimiento. Suceso si bien delimitado durante las primeras décadas, el estado de inmadurez del ser humano –al ser constituyente y constitutivo de la cultura- se extiende durante toda la vida, lidiando con la imperfección, con el cambio; características inherentes a todos (niño, adulto, anciano) y no solo de aquellos llamados adolescentes.

Por otro lado recientemente se han suscitado atentados contra estudiantes en escuelas de E.U.A, (Pennsylvania, 2006;Wisconsin, 2006; Arizona, 2006; Colorado, 2006; Columbine, 1999; Michigan, 1927) Rusia (Beslán, 2004) Canadá. (Montreal, 2006) por mencionar algunos en una larga cadena de asesinatos en planteles estudiantiles; ejecutados por alumnos o por personas o grupos externos a los planteles.

El elemento común de ambas realidades: atentados y programas preventivos de suicidios, es la escuela. Lugar identificado socialmente para la educación formal; ostenta objetivos fundamentales desde la educación más elemental del kindergarten (jardín de niños) pasando por la primaria secundaria, preparatoria y universidad (con sus respectivas variantes de acuerdo al país) preparar a las personas para la vida publica y económicamente activa. La explicación de las causas también es común: predomina una definición neurofisiológica de la depresión juvenil convertida en manía; la violencia; la impulsividad, la desintegración familiar, etc. olvidando el principio fundamental del desarrollo: nuestro cuerpo se moldea por la interacción con los contextos sociales, educativos, culturales, económicos y políticos. Adscribiendo las causas al cuerpo se descontextualiza y deshumaniza el hecho, por lo tanto el acto (cuándo, cómo, y ante quiénes sucedió) impidiendo su entendimiento; al mismo tiempo que potenciando la industria farmacológica que –casualmente- dispone de psicofármacos para “controlar” o “curar” tales conflictos. Quedando expuesta la incapacidad por entenderlos. Otro elemento común a tales contextos es el manejo de las cifras, de los números. Las implicaciones psicológicas plasmadas en la vida cotidiana de la cuantificación de la realidad no tienen límites: estadísticas, calificaciones, economía, ciencia. Al igual que un efecto deshumanizante que dificulta la comunicación, el diálogo y por lo tanto reduce las capacidades de análisis y solución. Generando sujetos menos pensante. Mientras que desde hace algunos años las Universidades han disminuido las asignaturas de humanidades por considerarlas obsoletas y contrarias al desarrollo tecnológico y económico, buscan una educación de calidad certificada por instituciones internacionales; desarrollo sustentable; afinando sus evaluaciones; los alumnos en sus aulas pierden el sentido del análisis y del debate; fijando sus intereses en los porcentajes de la acreditación de la materia; sumando, restando, promediando. Para después como egresados desencantarse por lo alejado de la realidad que estaban los contenidos de las materias. Explicarlo por el desinterés o flojera juvenil es un acto deshonesto y simplista de los adultos. Pues la educación es lo que es, gracias a todos los que participamos de ella: legisladores, directivos, maestros y alumnos. Si los alumnos están más al pendiente del examen que por pensar es justamente por el tipo de evaluaciones que están predominando: cuantitativas. Y es justamente en tales contextos donde se presenta la intempestiva muerte con su faceta de suicidio o asesinato en la escuela, como experiencia humana que debiera redimensionarnos la vida, cuestionarnos la educación, ¡Calarnos hondo!; que aunque cifrada en un programa estadístico es cualitativamente distinta a cada persona, a cada familia; la forma en la que los atraviesa y hace padecer la muerte de un ser querido. El otro peligro es considerar tales sucesos ajenos a nuestras “realidades” por suscitarse a miles de kilómetros de distancia.

camilormz@gmail.com

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