“AMOR ES DAR LO QUE NO SE TIENE…
por
Camilo E. Ramírez Garza
Camilo E. Ramírez Garza
“Para Maru, el amor en mi vida”
…a alguien que no lo es” (Jacques Lacan) El Amor es poesía: se desplaza por entre múltiples formas; es una metáfora inagotable. El Amor es un enigma, que ni la neurología, ni la genética más precisas, con sus descomposiciones funcionales y químicas (centros de placer, neurotransmisores, genes) podrán agotar o siquiera rozar con una explicación. El amor existe, es –como la realidad humana- una hermosa ficción.
Al decir “una ficción”, no nos referimos a “menos cierto”, una mentira, y aún así, algo hay de eso (¡Miénteme, pero no me dejes!) sino que, al estar conformada la realidad humana como una ficción, en donde el amor es una de ellas, libera al humano de la regulación instintiva que organiza lo real (para cada instinto un objeto) lanzándolo a la conformación de sujeto hablante, que tiene que intentar articular (imaginar) en palabras lo que piensa, siente y desea. De ahí que la verdad solo pueda decirse como verdad a medias. Si se habla, entonces se miente, no sabemos lo que decimos cuando hablamos.
Un ejemplo patético: las listas de intercambios de regalos, en donde cada quién solicita se le regale algo entre dos o tres opciones, es decir un compromiso asignado mediante acuerdo previo (¡Dame eso que te pido!) que para nada es un regalo como don, sino sujeto al control (¡Chin…esto no vale en lo que habíamos quedado!”) a la erradicación de la sorpresa, a intentar llenar la falta con algo. Como las nuevas modalidades de cartas a Santa Claus, en donde los hijos pueden negociar con sus padres, de acuerdo a su presupuesto y a lo que desean, el regalo adecuado (para llenar la falta y el deseo; “esto deseas eso tendrás”) como si se tuviera miedo a frustrar al “pobre niño” no dándole lo que pide. Hecho que posibilitaría ingeniárselas con la carencia, inherente a la condición humana- no poder satisfacer el deseo completamente ni de forma perfecta, sin fallas o errores (Enojándose con Santa Claus, siendo creativo –poético- para desplazar el deseo a otra cosa, etc.)
La ilusión es que podríamos saber lo que realmente deseamos, creer poder recibir siempre lo que se desea (Que me amen en la misma medida en que lo requiero) que la falta pueda ser llenada con lo que el otro da, como cuando se dice: “¿Pídeme lo que quieras y te lo daré?” “De no ser por ti habría sido muy feliz” Que se puede responder directamente en el mismo sentido de la petición, es decir, que el otro puede dar lo que realmente estoy buscando, que el otro por lo tanto, tiene que sujetarse a mostrar y dar “eso” que ando buscando, y en los términos en los que lo deseo, como el clásico de desear rosas y frustrarse, mandando todo al traste, por recibir chocolates, literal y figurativamente hablando.
“No hay nada espontáneo o natural en el deseo humano” (Slavoj Zizek) El deseo se produce, se crea, se desplaza, se satisface de infinitas maneras; así como la mercadotecnia juega a dar lo que se desea “Compre esto y entonces tendrá…” En donde el objeto causa de deseo (objeto pequeño a, dirá Lacan) aquel objeto perdido de la regulación instintiva, sin diferencia, d-ecisión y deseo, simple reacción, al perderse, posibilita el lenguaje, la cultura. Y de ahí el eterno peregrinar ¿Qué es lo que realmente deseamos? ¿Cómo saber que se desea?...
A partir del deseo es que se puede hablar, jugar, reír… ¡Amar! El amor es buscar y hacer como si se hubiera encontrado algo, pero no en el fingimiento absurdo, sino en la “real” experiencia de la disimulación de dar y recibir algo del otro en calidad de don, dando lo que no se tiene, a partir de que se juega con las palabras, gestos y detalles, en última instancia, con la creación de un nuevo orden poético en donde las palabras que nos decimos dicen otras cosas que solo tu y yo entendemos (¡Qué cosas nos decimos con los ojos, los labios, con el cuerpo! ) como el viento en los cuentos o las conchas del mar: eso es precisamente la ficción llamada amor, haber encontrado algo en alguien.
camilormz@gmail.com
Al decir “una ficción”, no nos referimos a “menos cierto”, una mentira, y aún así, algo hay de eso (¡Miénteme, pero no me dejes!) sino que, al estar conformada la realidad humana como una ficción, en donde el amor es una de ellas, libera al humano de la regulación instintiva que organiza lo real (para cada instinto un objeto) lanzándolo a la conformación de sujeto hablante, que tiene que intentar articular (imaginar) en palabras lo que piensa, siente y desea. De ahí que la verdad solo pueda decirse como verdad a medias. Si se habla, entonces se miente, no sabemos lo que decimos cuando hablamos.
Un ejemplo patético: las listas de intercambios de regalos, en donde cada quién solicita se le regale algo entre dos o tres opciones, es decir un compromiso asignado mediante acuerdo previo (¡Dame eso que te pido!) que para nada es un regalo como don, sino sujeto al control (¡Chin…esto no vale en lo que habíamos quedado!”) a la erradicación de la sorpresa, a intentar llenar la falta con algo. Como las nuevas modalidades de cartas a Santa Claus, en donde los hijos pueden negociar con sus padres, de acuerdo a su presupuesto y a lo que desean, el regalo adecuado (para llenar la falta y el deseo; “esto deseas eso tendrás”) como si se tuviera miedo a frustrar al “pobre niño” no dándole lo que pide. Hecho que posibilitaría ingeniárselas con la carencia, inherente a la condición humana- no poder satisfacer el deseo completamente ni de forma perfecta, sin fallas o errores (Enojándose con Santa Claus, siendo creativo –poético- para desplazar el deseo a otra cosa, etc.)
La ilusión es que podríamos saber lo que realmente deseamos, creer poder recibir siempre lo que se desea (Que me amen en la misma medida en que lo requiero) que la falta pueda ser llenada con lo que el otro da, como cuando se dice: “¿Pídeme lo que quieras y te lo daré?” “De no ser por ti habría sido muy feliz” Que se puede responder directamente en el mismo sentido de la petición, es decir, que el otro puede dar lo que realmente estoy buscando, que el otro por lo tanto, tiene que sujetarse a mostrar y dar “eso” que ando buscando, y en los términos en los que lo deseo, como el clásico de desear rosas y frustrarse, mandando todo al traste, por recibir chocolates, literal y figurativamente hablando.
“No hay nada espontáneo o natural en el deseo humano” (Slavoj Zizek) El deseo se produce, se crea, se desplaza, se satisface de infinitas maneras; así como la mercadotecnia juega a dar lo que se desea “Compre esto y entonces tendrá…” En donde el objeto causa de deseo (objeto pequeño a, dirá Lacan) aquel objeto perdido de la regulación instintiva, sin diferencia, d-ecisión y deseo, simple reacción, al perderse, posibilita el lenguaje, la cultura. Y de ahí el eterno peregrinar ¿Qué es lo que realmente deseamos? ¿Cómo saber que se desea?...
A partir del deseo es que se puede hablar, jugar, reír… ¡Amar! El amor es buscar y hacer como si se hubiera encontrado algo, pero no en el fingimiento absurdo, sino en la “real” experiencia de la disimulación de dar y recibir algo del otro en calidad de don, dando lo que no se tiene, a partir de que se juega con las palabras, gestos y detalles, en última instancia, con la creación de un nuevo orden poético en donde las palabras que nos decimos dicen otras cosas que solo tu y yo entendemos (¡Qué cosas nos decimos con los ojos, los labios, con el cuerpo! ) como el viento en los cuentos o las conchas del mar: eso es precisamente la ficción llamada amor, haber encontrado algo en alguien.
camilormz@gmail.com
3 comments:
Eso me rocordó aquel de Sabines que dice:
"{...} Tú sabes cómo te digo que te quiero
cuando digo: "qué calor hace", "dame agua",
"¿sabes manejar?", "se hizo de noche"...Entre las gentes,
a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde",
y tú sabías que decía "te quiero"...
La definición del amor como "dar lo que no se tiene" es una lectura particular que hace Lacan de Platon. Y el agregado " a alguien que no lo es" es un "agregado" que debe correr por cuenta de quien quiera justificar una afirmacion como esa, pero que NUNCA fue dicho por Lacan.
Es difícil entender lo que usted dice pero se me hace que esconde alguna verdad y además... es bello.
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