"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Thursday, February 16, 2012

El amor, el amor ¡Ay el amor!

Por

Camilo Ramírez Garza



Si el amor irrumpe como una “falla” –de pronto surge sin saber como ni por qué- algo se ve/encuentra en el otro a quien se ama; se pierde o destruye al intentar llevar dicho milagro de Eros al terreno de la seguridad y el control, entonces aquello sorpresivo del arrebato amoroso se pierde. Pues la seguridad y el control no se lleva bien con aquello evanescente del amor y del deseo; así como la felicidad en la vida, por paradójico que parezca, no radica en el control de todas las variables, propuesta biopolítica para el humano: pasar de la cualidad a la cantidad, a la cuenta que reduce las vidas singulares a simple cifra, moneda y estadística. ¿Cuánto vale ($) el amor? ¿Cuánto pesa? ¿Qué se ama cuando se ama a alguien? ¿Qué es ese “algo” (ese no se que que qué se yo) que se cree en el otro a quien se ama?


El amor surge sin cálculos ni formulas, sorprende, es un arrebato amoroso que quizás solo la poesía y la música,como las demás artes, logran dibujar, con lo imposible de retratar lo evanescente. Uno no programa de quién o cuándo enamorarse. “Aprenderás a amarme” –le grita con mucha autoridad el galán de telenovela a su imposible y lejana enamorada, ante lo cual ella no puede hacer nada. Ante la no correspondencia del amor, ella y él, están impotentes, limitados. El amor por ello es revolucionario, pues no admite reducciones al estilo del mandato de la política, la ciencia, latecnología y sobre todo del mercado. Por ello el amor es diferente a las relaciones-contrato al estilo del mercado donde el otro otorga un “servicio” a cambio de un producto y viceversa. El amor es un vinculo que no es estático, sino sujeto a laberintos, encantos y desencantos, que a sí como inicia puede acabar o atravesar diversos momentos, transformarse. Justo porque nada ni nadie, es siempre lo mismo y la misma cosa, así el amor también posee el dinamismo del cambio. Con la misma cuestión de que los cambios son riesgos ante los que a priori no se sabe qué surgirá; algo que se dice o hace, un cambio de amigos a novios a esposos a padres, y al revés, de novios a amigos, a nada, etc. nadie sabe con certeza qué es lo que dicho cambio en la vida de la pareja va a introducir, ni cómo los cambiará a cada uno. El peso de la rutina, su supuesta seguridad sobre lo que se hará tal o cual día, tal o cual fecha, etc. su aparentemente cansancio y fastidio, en ese sentido, también puede leerse como un miedo de no enfrentar lo verdaderamente traumático del amor: que no es seguro, que puede fallar, sorprender, transformarse, lo mismo que sí mismo o el otro.


El amor es un fracaso para jugar. Esto intenta decir que el amor en tanto elaboración ideal del otro y de sí (que todo sea perfecto, ordenado y sin fallas) es, además de una ingenua bella ilusión, una garantía condenada a mostrar su fracaso en la existencia del día a día. Ante lo cual se puede uno lamentar de que el otro no es lo suficientemente perfecto para sí –con la contraparte de que uno tampoco lo es, por supuesto- enojarse, si quieren, hacer berrinche, o recoger los efectos de la caída de los ideales mediante la estrategia del humor, (¡No hay amor sin humor!) justo porque del fracaso se puede uno enojar, pero también reír y sobre todo, aprender: que lo que falla del modelo ideal también es un desencantamiento que permite respirar, tranquilizarse, no ver la vida y el amor tan amenazadoramente, entonces se puede jugar y crear algo nuevo.


Twitter: @CamiloRamirez_


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