LO PRIVADO HECHO PÚBLICO
Camilo Ernesto Ramírez Garza
“La sensibilidad de los modernos está en vías
de debilitamiento, puesto que hace falta una excitación más fuerte,
Un desgaste más grande de energía, para que sintamos algo.
Esta atenuación de la sensibilidad es bastante notoria por la indiferencia
creciente y general hacia la fealdad y la brutalidad de los aspectos”
Paul Valéry, 1930[1]
El día de ayer, lunes 18 de junio de 2007, se transmitió en el noticiario vespertino local, el Tele-diario del canal 12, una riña a golpes entre dos jovencitas, alumnas de la secundaria numero 2, de la colonia Independencia. Los hechos: a la salida de la escuela, siendo las 12: 30, las jovencitas empiezan a darse de golpes, mientras las cámaras del noticiero y las de decenas de celulares, graban la acción entre gritos: “¡Dale, se está grabando!” Mientras “en vivo y en directo” el equipo de noticias transmite el enlace al estudio. Los golpes y los gritos que ya han logrado convocar no solamente a un número importante de miradas de alumnos, maestros y padres de familia, quines por cierto no hacen ni dicen nada, no las separan, por lo que las alumnas terminan todas golpeadas tiradas en el piso, en casa, se han convocado cientos, tal vez miles de televidentes. Es el trazo de la actualidad: la televisión ya no solamente transmite de forma diferida, sino que –“metiéndose hasta la cocina”- da al televidente la ilusión de participar “En vivo y en directo” ser parte del suceso, estar ahí en el lugar de los hechos donde está el impacto de la emoción, sea un golpe en la cara o un avión destrozándose en un edificio, una familia prensada debajo de un camión, un feroz animal devorando a su presa.
Situaciones como estas, en donde la tele-visión (ver de lejos) “acerca” la realidad, abriendo –cual filo de bisturí- hasta el más recóndito de lo privado, no son nuevas, las hay a montones, desde la primera transmisión masiva por televisión, durante la inauguración de la edición numero XI de los Juegos Olímpicos de Berlín, el 1 de agosto de 1936, marcando la presentación formal del acenso de todo el poder del Tercer Riech, con Hitler a la cabeza, como preparación de “la imagen perfecta” y de poder, para lo que habría de ser una de las historias mas cruentas de la humanidad, el Holocausto Judío. Lo mismo las guerras televisadas, las guerras del golfo (“Desert Storm”) los ataques a las torres gemelas en New York el 11 de septiembre 2001; la guerra de la “Liberación del terror”, como las múltiples transmisiones impactantes de ejecuciones, lapidaciones de mujeres en oriente, decapitados, linchamientos de policías y criminales (Atenco)Y las múltiples series de programas de “reality” show alrededor del mundo, como Big Brother, Caught on tape, Candid Camera, Cámara Escondida, As you see on TV, Temptation Island, Bailando por un sueño, Bailando por la Boda de mis sueños, etc. En donde supuestamente el televidente accede a la “realidad” de lo que la gente hace y dice.
Recuerdo la transmisión que realizara Televisa de los momentos posteriores al atentado del candidato a la presidencia del PRI, Luis Donaldo Colosio en 1994. Cuando con voz impávida y enérgica, junto a su característica facia poker Jacobo Jacobo Zabludovsky solicitaba a la reportera y equipo de camarógrafos, entrar a la habitación del candidato, donde éste yacía seguramente ya sin vida, rodeado de algunos miembros de su familia y cercanos colaboradores. Jacobo solicitaba que tomaran la nota a toda costa, ahí donde se genera la noticia: ¡Entre a la habitación! ¡Entre a la habitación! –Repetía con su voz nasalmente chillona Jacobo[2]
Y que no decir de lo llamados “Video escándalos políticos” protagonizados por el bautizado Señor de las Ligas o El niño verde chamaqueado, pederastas hablando de sus gustos y preferencias, y todo eso captado por las cámaras siempre atentas; así como los escándalos de corrupción en los agentes de transito en Monterrey, durante los operativos anti-alcohol; las patadas y cabezasos que nadie ve en la cancha, pero que a fuerza del lente de la cámaras, se hacen visible para todos, produciendo imágenes que se ofrecen a los televidentes como pruebas fehacientes, irrefutables de “eso” que requiere de igual forma interpretación. Ahí es donde aparece la influencia de los discursos políticamente correctos. Entonces se habla de transparencia y legalidad, de desarrollo sustentable y de políticas de calidad, etc., etc. Como garantías democratizantes que justifican el acceso a la información de cualquier persona o institución. En EUA se firma, casi sin haberse leído ni mucho menos revisado –como fue el caso de la ley televisa en México- la llamada Ley USA Patriot Act[3] encaminada a fortalecer el nivel de seguridad del país, protegiéndolo de futuros ataques terroristas, a cambio de la pérdida de algunas garantías individuales que goza todo ciudadano norteamericano (que por lo influencia global de EUA, no creo que solo se limite a sus co-nacionales, sino que se extiende a quienes poseen una visa para viajar a EUA y por supuesto a quienes soliciten la misma) garantías como a mantener cierta información privada, como expedientes médicos, llamadas telefónicas, correos electrónicos, relaciones, vínculos de amistades, filiación a instituciones y asociaciones religiosas, etc. En ese sentido se eleva la seguridad del país a partir de la perdida de la privacidad, no se sabe si temporal o permanentemente durante años y décadas. El mensaje entre líneas es: un cierto de nivel de seguridad absoluto se adquiere con un gobierno directamente proporcionalmente absoluto, la paradoja es igualmente absurda, solo una dictadura como la EUA (que es la mejor pues da la sensación de libertad plena) puede instaurar la democracia; solo el nivel máximo de seguridad puede alcanzarse teniendo un control (invadiendo) sobre lo privado (cartas, e-mails, llamadas telefónicas, cuentas bancarias, viajes, creencias, ideologías, historial de consumo, etc.)
Regresando al ejemplo primero, donde las muchachas de secundaria se dan de golpes, al parecer porque se caían mal (Más bien parece que se cayeron muy bien, ¡al piso!) Nadie parece advertir que tales actos se dan hacia las cámaras -del celular y las de la televisión. La cámara no es pura ni neutral, ni mucho menos “de palo” como supuestamente los mirones en el dominó, sino que es un elemento “mirada” a considerar, en ese sentido la cámara produce actos dirigidos hacia las misma. Por lo que lo que se ve, así como lo que se escucha y grava, se trata de acciones orquestadas para ser vistas en lo posterior por sí mismo: verse en video, o son actos puestos bajo “la mirada” supuesta de los otros (televidentes, surfeadores de Internet, amigos y desconocidos) como cuando alguien toma una foto y rápidamente quiere ver como salió, pues la cámara digital posee una pantalla, que al instante refleja la imagen capturada.
Otra cuestión es la de la negligencia que raya en la idiotez más extrema: nadie es para detenerlas, solo se observa y se capta en video. En aras del goce de estar en vivo y en directo desde donde se genera la noticia, los reporteros y camarógrafos ignoran que forman parte de la noticia, que aunque no lo adviertan, no les es posible abstraerse de los efectos que produce su mirada, junto a la mirada del lente de las cámaras. Los padres de familia que observan las acciones, responden de la misma manera. Algunos al ser entrevistados solicitan a las autoridades tomar cartas en el asunto mandando patrullas a la hora de salida. Los directivos y maestros de la escuela opinan en la misma dirección: es necesario fortalecer la vigilancia durante el recreo, las horas de entrada y salida, planeando la petición a la Secretaria de Educación Pública (SEP) y a la Policía, el envío de patrulla para controlar a los alumnos. Incluso dentro del plantel, paseándose por los salones, pasillos y patios de la escuela. En pocas palabras el mensaje es claro: ¡Mándenos policías para que controlen a estos muchachos y muchachas, porque nosotros simplemente no podemos, queremos, ni sabemos como! Después se dirá seguramente que se requiere de centros de apoyo psicológico en las escuelas para que los alumnos no caigan en situaciones de violencia, que son importante la impartición de talleres de calidad para la vida equilibrada; que se va a hacer una valoración diagnóstica de…..bla, bla, bla cuando las respuestas son evidentes, están a la vista, pero justamente por estar tan a la vista nadie las ve.
Entre ellas están los excesivos discursos –mal entendidos- en pro de los derechos de los niños y jóvenes, unidos a los de no maltrato ni violencia, que a la postre se convierten en tener niños y jóvenes incontrolables, personas chifladas a quien no se puede exigir nada, ni hacerlos que se esfuercen, pues podrían traumarse, desarrollar estrés escolar, estrés infantil, depresión y ansiedad, etc. Además los dichosos programas de calidad educativa, los ISOS, certificados y recertificados por excelentísimas y eminentísimas organizaciones e instituciones nacionales e internacionales –que por cierto nadie conoce ni ha visto jamás ¿Quién otorga el ISO a los de los ISOS?- convierten –asesinando el espíritu, deshumanizando- a la educación en simples papeleos y requisitos sin fin, tanto para el personal administrativo como docente. En pro de la evidencia, medición y cuantificación de los programas, objetivos y eficiencias terminales, queda muy poco tiempo y esfuerzo -y lo que es más lamentable- ganas por ocuparse en el asunto central: preparar las clases y materiales, seguir actualizándose, leyendo, consultando, dialogando, etc. A los alumnos que no desean más que pasar, la operacionalización y estandarización de la educación cuantificada, les viene como anillo al dedo, pues indiferentes desechan la formación en el pensamiento y el diálogo, en la critica, para ocuparse exclusivamente de pasar exámenes y asistir como zombis –muertos en vida- a sentarse en un banco durante horas, deseando que el tiempo simplemente transcurra, salir a platicar o fumar, dejando el ejercicio del pensamiento y del diálogo para quien está advertido que es parte fundamental de su vida, puesto que justamente la ausencia de diálogo y critica es lo qué está jodiendo y produciendo los grandes problemas de nuestro mundo, desde nuestros contextos familiares, laborales y sociales más próximos, hasta los hechos global y económicamente interrelacionados con nuestras vidas.
Si los directivos y los padres piden que la policía vigile y detenga a sus hijos, ¿No será que justamente estos dos ámbitos no están haciendo su “chamba” desde hace algunos años? Si no se ocupa la familia y la escuela de educar, será el estado mediante la fuerza pública, el depositario de las demandas y necesidades de poner límites, los medios de la función del juez imparcial, que supuestamente todo lo valora con justa medida, perdiendo de vista que no puede ser imparcial, puesto lo que desea es “vender” la noticia, generar rating, mover a las masas, capturarlas en la lente, mostrarles cómo es el mundo que “ellos” están produciendo-viviendo.
Quienes podamos leer tales efectos, asistimos a la desaparición de todo orden privado (familiar, parejas, cuerpo, escuelas) para que lo publico se ocupe de “educar” “cuidar” e incluso “regañar” por el supuesto bien de sus “hijos ciudadanos” A quines primero enseñó a no pegar, ni regañar, puesto que era “malo” e incluso se consiguió algunos psicólogos y psiquiatras que se creyeran y transmitieran semejantes estupideces victimizadoras de todos y de todo, padeciendo ahora los efectos incontrolables en los cuales se pide la intervención de la fuerza de la policía. ¿No hubiera sido mejor un regaño, un manazo, una cachetada a tiempo?... Claro, pero al hacerlo, precisamente una vez más el medio no puede abstraerse, sea el de una empresa o el que cualquier persona trae en sus celular una cámara, y sería la nota vespertina. Como el caso de una madre que va en el camión con su hijo, lo regaña porque no puede quedarse quieto y va golpeando con los pies el asiento de adelante. La madre lo regaña y le da un manazo. Un pasajero, haciendo uso de sus derechos, toma las acciones con a cámara de su celular, que desde que aparecen en los medios, son adjetivadas como “acciones violentas de una madre hacia su (pobre) hijo”, llama a la policía, da el informe. De pronto el camión se detiene para ser abordado por elementos de seguridad, pidiéndole a la madre que baje para que los acompañe. La madre se molesta, voltea y pregunta a quienes iban en el camión junto a ella, nadie responde. Otro de los trazos actuales, la ausencia de responsabilidad, por lo tanto de culpa. Por ello han un exceso de ansiedad desbordada, puesto que ya no hay lugar para la culpa, que otrora permitiera vivir y saldar las deudas. Estamos en los tiempos de la denuncia sin cuerpo ni frente, la denuncia anónima echada al viento. Mientras es detenida su madre, el niño llora, se abraza a ella, otros policías se lo llevan para “cuidarlo” por “su bien” el no quiere separarse de su madre, ellos suponen que es una victima más de abuso, que regularmente lo niegan todo. ¿Cómo saberlo? Seguramente se preguntan algunos policías, pasando un trago amargo ante la escena de separarlos. Pero también como arriesgarse, es el procedimiento, se responden dándose ánimos. Punto máximo de la fidelidad más imbécil que requiere todo apego al manual de procedimientos: la supresión y negación del juicio y el sentido común más simple, que por ser tan simple es el más acertado.
Lo mismo sucede en EUA, en el caso de los recientes asesinatos en las escuelas (Columbine, 1999; Pennsylvania, 2006, Denver, 2006; Virginia, 2007) el suceso es considerado solo como la acción de un “loco” o “locos” ajenos al plantel educativo, al país, a las costumbres normales de una sociedad dada, descontextualizándolo completamente llevándolo al solo plano de lo cerebral o genético; que si escucha música de un cierto genero, que si juega videojuegos, etc. Sin que se abran las preguntas sobre el ¿por qué se presentan estos hechos en la escuela? ¿Qué es la escuela? ¿En qué se ha convertido? además, ¿ante quines sucede esto? ¿Cuáles son los elementos que desencadenaron los incidentes? ¿Qué es lo que muestra? La respuestas son conocidas: cómo poder prevenir estos hechos mediante la codificación estrictos y validados manuales de procedimientos, el How to do it tan solicitado en nuestro tiempo. En lugar de partir de lo más simple del por qué sucede en la escuela, qué señales de alarma podemos ver, medir y cuantificar en los alumnos para vigilarlos, detenerlos, llevarlos a tratamiento psicológico o –si fuera necesario- denunciarlos a las autoridades judiciales. Como fue el caso de un joven de 19 años, quien asiste a una escuela en Chicago, Allen Lee[4], quien fue arrestado e investigado por la policía local, debido a un ensayo que realizó petición de su maestra de literatura, a unos días del 16 de abril del presente año, día de la masacre en Virginia Tech.
El problema es el de confiarle todo a la teoría, a los especialistas, manuales y estadísticas, pues ellos son solamente una parte de la “realidad” generalizantemente codificada, por ello no incluyen las singularidades y particularidades, ni de los sujetos, ni de las situaciones y contextos de las instituciones. Si la respuesta es en el primer caso –así como en el segundo- la de poner policías en la escuela, detectores de metales, el dichoso operativo mochila, que es un programa oficial que justifica el esculcarle las mochilas a los alumnos en busca de droga o armas, entonces se está pensando y operando generalmente como si dicha medida no viniera a ser una forma más dura y rígida, mas autoritaria que violente y produzca –como la cámara de video y lo dicho en televisión- respuestas más agresivas ante la excesiva vigilancia y sospecha de que todos pueden ser culpables o potenciales criminales. Como en el caso de las escuelas masacradas en EUA, los policías al arribar a los planteles, generalmente no saben a quienes detener y a quines proteger, decidiéndose finalmente por lo primero, mientras se descubre la identidad o rasgos de la persona que cometió el crimen.
camilormz@gmail.com
[1] Paul Valéry, Cahiers 1894-1914, vol. 2, Gallimard, 1988. Citado por Paul Virilio Ciudad Pánico Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2006, pp. 55
[2] Es tal la fama e influencia de este personaje “titere” de la televisión oficial, que el grupo Molotov, tubo a bien componerle una canción “Que no te haga bobo Jacobo” misma que puede ser consultada para deleite y cultura del lector, en www.youtube.com/watch?v=AaQWnxdOGZo&mode=related&search=
[3] Firmada el 26 de Octubre de 2001. Cuyo nombre completo es The Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism Act of 2001
[4] La noticia puede ser consultada en el periódico –en linea- The Chicago Tribune http://www.chicagotribune.com/news/local/chi070426essay,1,1089899.story?page=2&coll=chi-news-hed