LA DESAPARICIÓN DE LA INTELIGENCIA Y EL JUCIO CRÍTICO
Camilo Ernesto Ramírez Garza
“El mexicano es un ser que se esfuerza por ser formal
Y que muy fácilmente se convierte en formulista”
Octavio Paz
La inteligencia es la capacidad de resolver problemas. De nada sirve una basta acumulación –memorización- de información, conocimientos, datos y fechas; sacar puros dieces, si su aplicación eficaz en la vida diaria está ausente. Disponer de un gran acervo bibliográfico ignorando su utilidad, es igualmente inservible y absurdo; simple fetiche estorboso.
Paradójicamente la educación se ha centrado en la cuantificación de calificaciones; la memorización; el cumplimiento de programas al cien por ciento; en aras de una supuesta calidad y sustentabilidad del proceso enseñanza-aprendizaje se ha “herido de muerte” a la educación: a la inteligencia (lat. Intilgere, de intus: entre, y legere, escoger o leer: escoger entre varias alternativas; Ecléctico en arb. ecléjere: escoger. Hereje, del gr. aeiresis: decisión, separación. Aquel que elige o separa las cosas) y al juicio critico. Y no hablar del fantasma de la politización partidista que en nuestro país –como en muchos otros- pende sobre la educación, degradándola, limitándola.
Ahora se tiene más transparencia, más evaluaciones locales, nacionales e internacionales; procesos estandarizados de calidad educativa; mayor uso de recursos económicos y tecnológicos: computadoras, telecomunicaciones, pizarrones “inteligentes” (ojala que hubiera alumnos y maestros inteligentes, más que pizarrones) varios idiomas, macro media; diversas plataformas de comunicación; video conferencias. Igualmente el alumnado padece de una gran indiferencia; la mayoría carece de la pasión por el Saber, dejándose llevar por la “güeva” de la suma de porcentajes, las calificaciones mínimas aprobatorias, las faltas que se pueden tener durante el curso; el copy-paste de los trabajos finales; haciendo como que si se hiciera. Mientras los maestros padecen el socavo a su autoridad, consejo y guía que otrora poseyeran; los eternos sueldos bajos; mientras que todos coinciden en que la mayoría de los males del mundo deben ser atacados desde la educación más básica a la superior.
Al introducirse en la educación las lógicas de calidad, de origen empresarial; al redactarse la visión, misión, filosofía, objetivos generales y específicos de la educación, se pensó que mejoraría el aprendizaje, que se desarrollarían integralmente las habilidades del pensamiento, las habilidades sociales. Que se estaría en el camino de un “desarrollo sustentable” (como gusta hoy esta expresión de moda por demás hueca) al incluir a diversos profesionales (psicólogos, nutriologos, psicopedagogos, etc.) Han mejorado tanto, que ahora hay más alumnos -niños, niñas y jóvenes- cada vez más chiflados, groseros y desobedientes ante unos padres que igualmente no saben que hacer con la “no autoridad” que se les ha escabullido; darles algo: un carro para que se estrelle; no es azaroso que en esto tiempos en que el sentido común es un lujo, pulule el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) así como la anorexia y bulimia, en una sociedad asentada en el consumo de la imagen. Ante los excesivos discursos anti-violencia, y el ataque ignorante de los medios de comunicación, los maestros ya no pueden ni siquiera hablar fuerte, regañar o castigar; al tiempo que los colegios –al ser muchos de ellos solo negocio- deciden, en vez de asumir el reto de educar, salirse por la tangente, psicologizandolo todo: “si el alumno hace o no hace algo no tiene que ver conmigo, ni con el método de la escuela, es un problema psicológico que él trae, que se trate por su cuenta”
La posibilidad del rescate de la inteligencia y el juicio crítico debe de llevarnos a un replanteamiento sobre la posibilidad de su existencia ¿Está hecha la escuela y la sociedad (sus leyes) para recibir, tolerar y modificarse por la inteligencia más fina, la crítica más verdadera, la oposición y subversión de valores y normas? O ¿Es mejor perpetuar una “educación” basada en la repetición hueca, memorización y moralización más ingenua, que justamente reproduzca en serie al ciudadano ideal: conformista, rutinario, que se llene semana a semana de monopolizada televisión maquillada, refrescos y alcohol; que no se queje y solo consuma todavía creyendo que posee libertad de elección, viendo con indiferencia e individualidad los sucesos de la vida del mundo que comparte?
camilormz@gmail.com
“El mexicano es un ser que se esfuerza por ser formal
Y que muy fácilmente se convierte en formulista”
Octavio Paz
La inteligencia es la capacidad de resolver problemas. De nada sirve una basta acumulación –memorización- de información, conocimientos, datos y fechas; sacar puros dieces, si su aplicación eficaz en la vida diaria está ausente. Disponer de un gran acervo bibliográfico ignorando su utilidad, es igualmente inservible y absurdo; simple fetiche estorboso.
Paradójicamente la educación se ha centrado en la cuantificación de calificaciones; la memorización; el cumplimiento de programas al cien por ciento; en aras de una supuesta calidad y sustentabilidad del proceso enseñanza-aprendizaje se ha “herido de muerte” a la educación: a la inteligencia (lat. Intilgere, de intus: entre, y legere, escoger o leer: escoger entre varias alternativas; Ecléctico en arb. ecléjere: escoger. Hereje, del gr. aeiresis: decisión, separación. Aquel que elige o separa las cosas) y al juicio critico. Y no hablar del fantasma de la politización partidista que en nuestro país –como en muchos otros- pende sobre la educación, degradándola, limitándola.
Ahora se tiene más transparencia, más evaluaciones locales, nacionales e internacionales; procesos estandarizados de calidad educativa; mayor uso de recursos económicos y tecnológicos: computadoras, telecomunicaciones, pizarrones “inteligentes” (ojala que hubiera alumnos y maestros inteligentes, más que pizarrones) varios idiomas, macro media; diversas plataformas de comunicación; video conferencias. Igualmente el alumnado padece de una gran indiferencia; la mayoría carece de la pasión por el Saber, dejándose llevar por la “güeva” de la suma de porcentajes, las calificaciones mínimas aprobatorias, las faltas que se pueden tener durante el curso; el copy-paste de los trabajos finales; haciendo como que si se hiciera. Mientras los maestros padecen el socavo a su autoridad, consejo y guía que otrora poseyeran; los eternos sueldos bajos; mientras que todos coinciden en que la mayoría de los males del mundo deben ser atacados desde la educación más básica a la superior.
Al introducirse en la educación las lógicas de calidad, de origen empresarial; al redactarse la visión, misión, filosofía, objetivos generales y específicos de la educación, se pensó que mejoraría el aprendizaje, que se desarrollarían integralmente las habilidades del pensamiento, las habilidades sociales. Que se estaría en el camino de un “desarrollo sustentable” (como gusta hoy esta expresión de moda por demás hueca) al incluir a diversos profesionales (psicólogos, nutriologos, psicopedagogos, etc.) Han mejorado tanto, que ahora hay más alumnos -niños, niñas y jóvenes- cada vez más chiflados, groseros y desobedientes ante unos padres que igualmente no saben que hacer con la “no autoridad” que se les ha escabullido; darles algo: un carro para que se estrelle; no es azaroso que en esto tiempos en que el sentido común es un lujo, pulule el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) así como la anorexia y bulimia, en una sociedad asentada en el consumo de la imagen. Ante los excesivos discursos anti-violencia, y el ataque ignorante de los medios de comunicación, los maestros ya no pueden ni siquiera hablar fuerte, regañar o castigar; al tiempo que los colegios –al ser muchos de ellos solo negocio- deciden, en vez de asumir el reto de educar, salirse por la tangente, psicologizandolo todo: “si el alumno hace o no hace algo no tiene que ver conmigo, ni con el método de la escuela, es un problema psicológico que él trae, que se trate por su cuenta”
La posibilidad del rescate de la inteligencia y el juicio crítico debe de llevarnos a un replanteamiento sobre la posibilidad de su existencia ¿Está hecha la escuela y la sociedad (sus leyes) para recibir, tolerar y modificarse por la inteligencia más fina, la crítica más verdadera, la oposición y subversión de valores y normas? O ¿Es mejor perpetuar una “educación” basada en la repetición hueca, memorización y moralización más ingenua, que justamente reproduzca en serie al ciudadano ideal: conformista, rutinario, que se llene semana a semana de monopolizada televisión maquillada, refrescos y alcohol; que no se queje y solo consuma todavía creyendo que posee libertad de elección, viendo con indiferencia e individualidad los sucesos de la vida del mundo que comparte?
camilormz@gmail.com
1 comment:
Yo creo que el problema mas grave de nuestra educación fue hacer a un lado su objetivo primordial, ayudar al hombre a convertirse en una mejor persona, pero en todos sus sentidos, y esto incluye los valores, la calidad moral. En las escuelas, en las facultades, no hay una preocupación por ayudar a los alumnos a convertirse en mejores personas que obviamente incluye ser un buen profesionista, sino una excelente maquina que acumula información.
La Educación es deshumanizada, entonces a mi ver ya no tiene sentido ya no sirve para nada.
Y por eso nuestro país está como está.
Cuando de las facultades egresen excelentes personas tendremos la garantía de que serán excelentes profesionistas.
Excelente artículo, FELICIDADES!!
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