EL SUJETO, LA ESCUELA Y EL HOSPITAL
Camilo E. Ramírez Garza
“…las realidades del ingreso, la despersonalización sistemática que acompaña al proceso de convertirse en un paciente. Te cambian tu ropa por un pijama blanco anónimo, te ponen en la muñeca un brazalete de identificación con un número. Pasas a estar sometido a normas y regulaciones institucionales. No eres ya una persona libre; no tienes derechos; no estás ya en el mundo. Existe una analogía rigurosa con el proceso por el que uno se convierte en un preso, y todo te recuerda de forma humillante el primer día de escuela”
“…las realidades del ingreso, la despersonalización sistemática que acompaña al proceso de convertirse en un paciente. Te cambian tu ropa por un pijama blanco anónimo, te ponen en la muñeca un brazalete de identificación con un número. Pasas a estar sometido a normas y regulaciones institucionales. No eres ya una persona libre; no tienes derechos; no estás ya en el mundo. Existe una analogía rigurosa con el proceso por el que uno se convierte en un preso, y todo te recuerda de forma humillante el primer día de escuela”
(Oliver Sacks, Con una sola pierna, 1984)
Tres ámbitos sociales: escuela, prisión y hospital, y uno más que les otorga cohesión, el de la ciencia ¿Qué tienen en común? La reducción u homologación del sujeto a lo “UNO”, a lo “Universal” reducido científicamente a un sujeto abstracto: sea alumno, prisionero o paciente; donde la individualidad –obviamente singular- es borrada y elevada a la formalidad de la abstracción de la definición y descripción teórica (nosolología); de la operacionalización de variables y métodos cuantitativos (educativos, médicos, penitenciarios, etc.) que lo estudian.
Sin tal abstracción del sujeto no hubiera sido posible pasar de los datos de la experiencia al plano formal de las elaboraciones teóricas, basadas en ciertas constantes; de la acumulación de experiencias al procesamiento de datos, por lo tanto la ciencia y tecnología no hubieran tenido lugar, puesto que el sujeto de la ciencia implica la reducción de los sucesos a hechos (variables) operacionalizados, es decir generalizados para una totalidad (muestra, universo) en donde la singularidad es descartada; de ahí que la ciencia pretenda des-ocuparse de cualesquier referencia a la subjetividad, por considerarla perturbadora en dicho proceso científico, tanto como en el científico como en los sujetos a investigar. En el caso de la escuela, describir el mejor método didáctico no en función de cada niño, joven o adulto, sino en función de los programas, resultado de la investigación, aunque ésta haya partido de otros sujetos y otras condiciones, de otros países, se aplica a todos por igual, manteniendo la ilusión que se está educando; en la medicina y el hospital confluyen no solamente enfermedades ideales y desencarnadas, sino condiciones que pertenecen a personas particulares, sujetos históricos poseedores de subjetividad; en ese sentido, su enfermedad no es “la enfermedad” sino un efecto propio que se vive y expresa de diferentes formas, no reducido en la realidad, sino solo en lo teórico, lo estático de los libros. En el caso de la prisión, donde se encierra a los sujetos considerados criminales, a menudo su palabra queda devaluada perdiendo su sentido (etimológicamente reo es quien cuenta algo) frente a las excesivas explicaciones neurológicas de su criminalidad, reduciendo su acto (crimen) al efecto del desbalance de sus neurotransmisores o una supuesta pre-disposición genética, con lo cual se le despoja a su actuar de su sentido: lo que quería decir con, así como su contexto social y económico, incluso político.
En el caso de las llamada depresión y ansiedad la psiquiatría las describe presentando índices de su incidencia (estudios epidemiológicos-estadísticas) es decir, a quién le “da más” factores asociados, síntomas conductuales (somnolencia, se la pasa sentado, no habla con nadie, “deterioro” de sus relaciones sociales y laborales) explicación neurobiológica subyacente y esquemas de tratamiento, descartando la singularidad de aquella persona que padece y sufre algo, a ella en lugar de escuchársele se le explica, pues la pretensión de la ciencia es poder explicar todo lo particular por lo general, haciendo el movimiento inverso, con los peligros que ello implica. Por ejemplo en el caso de Seung-Hui Cho, joven naturalizado norteamericano (aunque se recalca que era originario de sud-Corea) quien asesinara a 32 personas en la Universidad de Virginia Tech el 16 abril del presente año, las preguntas sobre sus causas (¿Por qué lo hizo? ¿Qué lo llevó a cometer ese acto, esos homicidios?) apuntan hacia la singularidad de Cho, son muy válidas, sin embargo las respuestas no provienen del estudio del caso único (testimonio, video, escritos, qué comunica, etc.) sino de las categorías universales de la teoría, supuestamente incuestionable: conductas anormales, impulsividad, neurobiología de la violencia, depresión, bipolaridad, autismo, etc. categorías donde el sujeto particular queda afuera.
camilormz@gmail.com
Sin tal abstracción del sujeto no hubiera sido posible pasar de los datos de la experiencia al plano formal de las elaboraciones teóricas, basadas en ciertas constantes; de la acumulación de experiencias al procesamiento de datos, por lo tanto la ciencia y tecnología no hubieran tenido lugar, puesto que el sujeto de la ciencia implica la reducción de los sucesos a hechos (variables) operacionalizados, es decir generalizados para una totalidad (muestra, universo) en donde la singularidad es descartada; de ahí que la ciencia pretenda des-ocuparse de cualesquier referencia a la subjetividad, por considerarla perturbadora en dicho proceso científico, tanto como en el científico como en los sujetos a investigar. En el caso de la escuela, describir el mejor método didáctico no en función de cada niño, joven o adulto, sino en función de los programas, resultado de la investigación, aunque ésta haya partido de otros sujetos y otras condiciones, de otros países, se aplica a todos por igual, manteniendo la ilusión que se está educando; en la medicina y el hospital confluyen no solamente enfermedades ideales y desencarnadas, sino condiciones que pertenecen a personas particulares, sujetos históricos poseedores de subjetividad; en ese sentido, su enfermedad no es “la enfermedad” sino un efecto propio que se vive y expresa de diferentes formas, no reducido en la realidad, sino solo en lo teórico, lo estático de los libros. En el caso de la prisión, donde se encierra a los sujetos considerados criminales, a menudo su palabra queda devaluada perdiendo su sentido (etimológicamente reo es quien cuenta algo) frente a las excesivas explicaciones neurológicas de su criminalidad, reduciendo su acto (crimen) al efecto del desbalance de sus neurotransmisores o una supuesta pre-disposición genética, con lo cual se le despoja a su actuar de su sentido: lo que quería decir con, así como su contexto social y económico, incluso político.
En el caso de las llamada depresión y ansiedad la psiquiatría las describe presentando índices de su incidencia (estudios epidemiológicos-estadísticas) es decir, a quién le “da más” factores asociados, síntomas conductuales (somnolencia, se la pasa sentado, no habla con nadie, “deterioro” de sus relaciones sociales y laborales) explicación neurobiológica subyacente y esquemas de tratamiento, descartando la singularidad de aquella persona que padece y sufre algo, a ella en lugar de escuchársele se le explica, pues la pretensión de la ciencia es poder explicar todo lo particular por lo general, haciendo el movimiento inverso, con los peligros que ello implica. Por ejemplo en el caso de Seung-Hui Cho, joven naturalizado norteamericano (aunque se recalca que era originario de sud-Corea) quien asesinara a 32 personas en la Universidad de Virginia Tech el 16 abril del presente año, las preguntas sobre sus causas (¿Por qué lo hizo? ¿Qué lo llevó a cometer ese acto, esos homicidios?) apuntan hacia la singularidad de Cho, son muy válidas, sin embargo las respuestas no provienen del estudio del caso único (testimonio, video, escritos, qué comunica, etc.) sino de las categorías universales de la teoría, supuestamente incuestionable: conductas anormales, impulsividad, neurobiología de la violencia, depresión, bipolaridad, autismo, etc. categorías donde el sujeto particular queda afuera.
camilormz@gmail.com