Camilo Ernesto Ramírez Garza
"Las escuelas deben ser lugares de seguridad, refugio y aprendizaje" "Cuando este santuario es violado, el impacto se resiente en todas las aulas y comunidades estadounidenses"
"Les dije que Laura y yo y muchos en nuestra nación oramos por las víctimas y por todos los miembros de la comunidad universitaria que han sido devastados por esta tragedia terrible",
"Hoy, nuestra nación llora con aquellos que han perdido a sus seres amados en el Virginia Tech", dijo. "Llevamos a las víctimas en nuestros corazones. Elevamos nuestras plegarias por ellos y pedimos al amoroso Dios que conforte a quienes sufren hoy".
Geroge W. Bush (Reuters, 16.04.2007)
Los disparos de un arma de fuego irrumpen en uno de los dormitorios, para dos horas después rematar en el Campus de la Polytechnic Institute and State University of Virginia, EUA. Mejor conocida como Virginia Tech. Asesinando a 33 personas –cifras dadas hasta este momento. Una vez más irrumpe la muerte en una escuela norteamericana, la larga lista se extiende (Pennsilvania, 2006; Bailey, Colorado, 2006, Litter Rock, Colorado, 2006; Columbine, Colorado, 1999; Chicago, 2006; Bath School disaster, 1972) como en otros países (Canadá, 2006; Alemania, 2007, Beslán, Rusia, 2004; Alemania, 2001; Patagones, Argentina, 2004) en donde el escenario de la muerte es la escuela, ese lugar (referente) social identificado con la formación de futuros profesionistas. ¿Qué está pasando?
La caída de los referentes (escuela, familia, religión, política) que otrora dieran sentido y cohesión a la vida se ha deteriorado, por varias causas: excesiva cuantificación de las evoluciones educativas, en detrimento del diálogo; mercantilización de los recursos gubernamentales destinados a las escuelas y programas educativos; el sin-sentido de estudiar, visto solo como requisito; la perdida de la autoridad de los maestros y directivos de los planteles. Ocasionando una irrupción de la muerte (del Real) ante la excesiva virtualización de la vida: la muerte aparece ante la no consideración de las señales previas, las amenazas, por la incapacidad de leer los indicios, que siempre anticipan un acto de tales dimensiones. Al parecer hay evidencia de amenazas previas de una bomba, vía correo electrónico. Incluso en agosto de 2006 el plantel fue cerrado, cuando el primer día de clases cuando un preso que se había fugado de una cárcel mató a un guardia de la universidad y huyó. Un policía que lo perseguía fue ultimado en la zona. El prisionero fugado, William Morva, fue luego capturado y enfrenta la pena capital (Reuters) Ello no quiere decir que no se establezcan estrategias, pues la mayoría inspirada en tales sucesos tiene el sello de ser aún más restrictivas y violentas, de un control que justamente ocasionan de nuevo respuestas tajantes, como la muerte.
Lo considerado por el presidente Geroge W. Bush no deja de ser solo una parte de la verdad, la otra se encuentra del otro lado del mundo, allá donde se debate una guerra sin sentido ni objetivo, como recientemente lo han declarado diversos altos mandos militares norteamericanos, ante la convocatorio de quien dirigirá la ofensiva norteamericana en Irak. En otra ocasión el presidente dijo “Estados Unidos no puede ignorar la amenaza que crece en contra nuestra. Estamos ante la clara evidencia de un peligro y no podemos esperar hasta obtener la última prueba –“la pistola humeante”- que podría ser un hongo atómico” En otro momento, su madre, al ser interrogada sobre las numerosas bajas de soldados norteamericanos, que regresaban en bolsas y ataúdes sellados, sin que sus familias los pudieran reconocer, declaró “¿Por qué tenemos que oír hablar de sacos porta cadáveres y muertes? ¿Por qué tendría que desperdiciar mi hermosa mente pensando en algo así? (Weinberger, E. Lo que oí sobre Irak, 2005)
¿De qué se trata con estas declaraciones prototípicas del presidente y su madre, sino de mostrar por un lado, una estrategia basada en el miedo y la negación, tan presentes en la subjetividad del american way of life? de la proyección (depositando) del mal en el otro, en el extranjero, que regresa como “el maligno” Cuando “eso” (odio, ataque) es negado re-aparece -y con más fuerza- como síntoma citadino en las escuelas y universidades, trastocando el “orden” de uno de los pocos referentes sociales.
Entonces el esfuerzo por “limpiar” el panorama, establecer perfiles, deslindar responsabilidades como sociedad, nación del way of life, que vive en su dream. Larry King Live, se enlaza en vivo con la tragedia que ya tiene y circula con un nombre “Virginia Tech Massacre”[1] Se enlaza con una perfilista del FBI y el Dr. Phil, los dos establecen conjeturas, que si es una persona llena de odio para con el mundo; que si los estudiantes deben expresarse, hablar para prevenir el Post Traumatic Stress Disorder
El síntoma es por demás revelador, leyéndolo a la letra: “La educación está para morirse” “La educación está muerta”. Lo mismo del caso recientemente sucedido en Monterrey, Nuevo León, México, en donde un grupo de jovencitos de secundaria de un exclusivo colegio (American School Foundation of Monterrey) irrumpen en la casa de un vecino, quien al parecer no los había protegido días anteriores, ocultándolos en su casa después de haber tronado un cuete en el medidor del gas de la casa de enfrente, embarrando mierda en las paredes y orinándose en la sala. A lo que el colegio emite su opinión, y la sociedad clama. Interpretar literalmente aquel acto: “Ahí hay algo con la mierda de la que todos somos parte –según el colegio- colegio y padres” “La educación que tenemos es una mierda”
Las ultimas noticias comentan acerca de la identidad del asesino –who took his life after the massacre- se trata de un joven oriental. Después del uso que se ha dado a los estereotipos en EUA (un país hecho de minorías mayoritarias) no nos extrañaría que se utilizara de alguna manera el halo de odio y venganza, justo cuando algunos países orientales, como China empiezan a ascender como potencia comercial imparable. Ya veremos
camilormz@gmail.com
[1] Es una costumbre muy común en EUA: nombrar a las catástrofes como si se tratasen de películas hollywwoodenses, o series televisivas. Como el llamado “Sábado negro” del 1929, día que marca el inicio de la mayor depresión económica en la unión americana. “La tormenta del desierto” (Dessert storm”) primera guerra televisada a la manera de una serie, acerca de la intervención militar de EUA en Irak. El “9/11” (nine /eleven) membrete cifrado con el cual se identifican los atentados a las torres gemelas, ahora “zone zero” en el World Trade Center de la ciudad de New York. El nombrarlas de tal forma, pudiera suceder debido a una desafectivización, en donde el suceso pasa a ser simplemente una “película” más, expresada en tales términos taquilleros del “Head line story”. E inclusive estos sucesos –asesinatos en las escuelas- se localizan en la red bajo el titulo: School Massacre, la cual puede tener otra lectura, como masacre a las escuelas. Que además de las muertes de alumnos, otra “persona” está siendo asesinada, trastocada en sus cimientos y valores, es la misma escuela: la escuela también está siendo asesinada; o –como sería otra lectura- la puesta en acto es ya un signo-anuncio de lo ya sucedido: las muertes cruentas acontecidas en las escuelas muestran –igual al performance- que la escuela ya estaba muerta desde hacia tiempo.
Monday, April 16, 2007
MASACRE ESTUDIANTIL EN VIRGINIA, EUA
Thursday, April 12, 2007
EL DESEO HUMANO*
Camilo Ernesto Ramírez Garza
El deseo humano está más allá de toda satisfacción y regulación fisiológica. Es su elemento estructurante, desencadenante y problemático. La lleva hacia el goce más paradójico, dándole al mismo tiempo su energía y alegrías más humanas, sus caprichos y antojos más artificiales; una sexualidad erotizada y no un simple mecanismo instintivo de reproducción. Dos ejemplos: consumo de drogas y juegos de azar. ¿Qué tienen estás dos cosas en común? ¿Qué es lo que queda expuesto –de la considerada “normalidad”- en estas dos actividades, tan socorridas actualmente? ¿Cuál es su fuerza de atracción y encanto?
Ambas son consideradas (altamente) adictivas: poseen una pasión tal, que toman y consumen a quien las realiza; tienen el poder de hacer esclavos -por el deseo que producen- a quien los prueba, quedando así, prendados de su objeto de deseo. Las drogas son sustancias naturales (marihuana, cocaína) sintéticas o de diseño (anfetaminas, tachas, ácido, piedra, etc.) que producen sensaciones y experiencias diferentes de éxtasis, júbilo, mucha energía y ensoñación. Quien las consume disfruta sus efectos, la relajación del tiempo, en cansancio ante la ausencia de ser…de ahí lo adictivo de las mismas. Otorgan una sensación arrebatada –y artificial- de placer. Los juegos de apuestas, por su parte, otorgan la sensación de estar en el límite de la emoción azarosa, de estar compitiendo con el caos, el azar y la suerte, gracias a la consideración del todo o nada: perder o ganar. Del poder con poco ($) salir victorioso, ganando grandes sumas de dinero o sentir que se pierde, pero al instante recuperarse. Tiene su origen en la mercantilización de la vida. Pero guardando su elemento central: el azar y la suerte. Cuando ésta ha quedado tocada por la codificación económica, es el dinero la mercancía aparentemente común con la cual medir el valor de las cosas, situaciones y personas, fijándoles un precio, un valor, una emoción (plus) subyacente.
Ambas –drogas y azar- están condenadas a repetirse una y otra vez, no es suficiente realizarlas una sola vez, pues saciarlas por completo llevándolas al extremo, podría ser peligroso, producirse un vaciamiento por la ruptura de todo limite regulador, por lo tanto la muerte: sobredosis en las drogas, la quiebra total en las apuestas, perderlo todo. La ilusión que portan es la de que el deseo puede ser comprado. No son muy diferentes estructuralmente hablando, al resto de las actividades humanas (estudiar, trabajar, viajar, enamorarse, etc.) la diferencia estriba en sus efectos. El alcohol y las drogas son consumidas en muchos países con regulación del Estado, teniendo menores niveles de delincuencia. En nuestro país –como en muchos otros- el hecho de ser ilegales, le otorga a al narcotráfico un plus de placer (altos costos en el mercado negro) quienes lo consumen y distribuyen no solamente experimentan el goce propio del efecto de la sustancia en su cuerpo o en sus ganancias económicas, sino aquel que consiste en burlar y vencer a la autoridad representante de la Ley, la necesaria persecución incesante.
La cuestión de las drogas y los juegos de azar, dos grandes negocios de nuestro mundo actual, ofrecen el placer del disfrute, radica en sus condiciones de posibilidad: una actualidad en donde aparentemente todo puede ser comprado: amor, sexo, felicidad, emoción, etc. Vivimos en sociedades en donde los valores que se profesan e intentan transmitir: esfuerzo, salud, éxito, inteligencia, cooperación, desarrollo, están matizados por la economía (¡Tanto tienes, tanto vales!) no es extraño que así como otras cosas se pueden comprar, a la mano del bolsillo, así, en nuestras sociedades reguladas por la macroeconomía, sean las drogas y los juegos de azar quienes nos muestren una característica esencial de toda actividad humana: eso que deseo puede ser comprado e ingerido-consumido, siendo la apuesta para ser feliz. Como lo puede ser un auto o una casa. En ese sentido lo que está en juego es sostener y reproducir la ilusión (publicidad) de que cualquier cosa que se desea puede ser comprada, y adquirida; en donde al borrar las diferencias (de clases y status) y la noción aplastante del sujeto masa, surge entonces un sujeto “libre” “único” –tan necesario para reproducir el ciclo de consumo- que guarda y disfruta la noción de que puede acceder a todo cuanto desee, porque es libre de elegir, que, cuando y cuanto comprar.
*Slavoj Zizek en El titere y el enano. Paidós, 2006. Nos muestra, partiendo del kinder sorpresa, un desgloce del elemento que causa el deseo: lo oculto que está más allá de todo objeto, eso que encanta, engatuza y cautiva. En un aparente simil cotidiano, diserta igual sobre la ideología actual, el psicoanálisis, las estrategias mercadotécnicas, que "la guerra preventiva" de EUA en Irak.
El deseo humano está más allá de toda satisfacción y regulación fisiológica. Es su elemento estructurante, desencadenante y problemático. La lleva hacia el goce más paradójico, dándole al mismo tiempo su energía y alegrías más humanas, sus caprichos y antojos más artificiales; una sexualidad erotizada y no un simple mecanismo instintivo de reproducción. Dos ejemplos: consumo de drogas y juegos de azar. ¿Qué tienen estás dos cosas en común? ¿Qué es lo que queda expuesto –de la considerada “normalidad”- en estas dos actividades, tan socorridas actualmente? ¿Cuál es su fuerza de atracción y encanto?
Ambas son consideradas (altamente) adictivas: poseen una pasión tal, que toman y consumen a quien las realiza; tienen el poder de hacer esclavos -por el deseo que producen- a quien los prueba, quedando así, prendados de su objeto de deseo. Las drogas son sustancias naturales (marihuana, cocaína) sintéticas o de diseño (anfetaminas, tachas, ácido, piedra, etc.) que producen sensaciones y experiencias diferentes de éxtasis, júbilo, mucha energía y ensoñación. Quien las consume disfruta sus efectos, la relajación del tiempo, en cansancio ante la ausencia de ser…de ahí lo adictivo de las mismas. Otorgan una sensación arrebatada –y artificial- de placer. Los juegos de apuestas, por su parte, otorgan la sensación de estar en el límite de la emoción azarosa, de estar compitiendo con el caos, el azar y la suerte, gracias a la consideración del todo o nada: perder o ganar. Del poder con poco ($) salir victorioso, ganando grandes sumas de dinero o sentir que se pierde, pero al instante recuperarse. Tiene su origen en la mercantilización de la vida. Pero guardando su elemento central: el azar y la suerte. Cuando ésta ha quedado tocada por la codificación económica, es el dinero la mercancía aparentemente común con la cual medir el valor de las cosas, situaciones y personas, fijándoles un precio, un valor, una emoción (plus) subyacente.
Ambas –drogas y azar- están condenadas a repetirse una y otra vez, no es suficiente realizarlas una sola vez, pues saciarlas por completo llevándolas al extremo, podría ser peligroso, producirse un vaciamiento por la ruptura de todo limite regulador, por lo tanto la muerte: sobredosis en las drogas, la quiebra total en las apuestas, perderlo todo. La ilusión que portan es la de que el deseo puede ser comprado. No son muy diferentes estructuralmente hablando, al resto de las actividades humanas (estudiar, trabajar, viajar, enamorarse, etc.) la diferencia estriba en sus efectos. El alcohol y las drogas son consumidas en muchos países con regulación del Estado, teniendo menores niveles de delincuencia. En nuestro país –como en muchos otros- el hecho de ser ilegales, le otorga a al narcotráfico un plus de placer (altos costos en el mercado negro) quienes lo consumen y distribuyen no solamente experimentan el goce propio del efecto de la sustancia en su cuerpo o en sus ganancias económicas, sino aquel que consiste en burlar y vencer a la autoridad representante de la Ley, la necesaria persecución incesante.
La cuestión de las drogas y los juegos de azar, dos grandes negocios de nuestro mundo actual, ofrecen el placer del disfrute, radica en sus condiciones de posibilidad: una actualidad en donde aparentemente todo puede ser comprado: amor, sexo, felicidad, emoción, etc. Vivimos en sociedades en donde los valores que se profesan e intentan transmitir: esfuerzo, salud, éxito, inteligencia, cooperación, desarrollo, están matizados por la economía (¡Tanto tienes, tanto vales!) no es extraño que así como otras cosas se pueden comprar, a la mano del bolsillo, así, en nuestras sociedades reguladas por la macroeconomía, sean las drogas y los juegos de azar quienes nos muestren una característica esencial de toda actividad humana: eso que deseo puede ser comprado e ingerido-consumido, siendo la apuesta para ser feliz. Como lo puede ser un auto o una casa. En ese sentido lo que está en juego es sostener y reproducir la ilusión (publicidad) de que cualquier cosa que se desea puede ser comprada, y adquirida; en donde al borrar las diferencias (de clases y status) y la noción aplastante del sujeto masa, surge entonces un sujeto “libre” “único” –tan necesario para reproducir el ciclo de consumo- que guarda y disfruta la noción de que puede acceder a todo cuanto desee, porque es libre de elegir, que, cuando y cuanto comprar.
*Slavoj Zizek en El titere y el enano. Paidós, 2006. Nos muestra, partiendo del kinder sorpresa, un desgloce del elemento que causa el deseo: lo oculto que está más allá de todo objeto, eso que encanta, engatuza y cautiva. En un aparente simil cotidiano, diserta igual sobre la ideología actual, el psicoanálisis, las estrategias mercadotécnicas, que "la guerra preventiva" de EUA en Irak.
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