por
Camilo Ramírez Garza
A la desgarradora experiencia de perder a un hijo de manera cruenta, miles de madres
en México, deben padecer igualmente el crimen de un deficiente sistema de impartición
de justicia, el cual, sirviéndose de la impunidad y corrupción, realiza de manera velada y
abierta, una violencia y crimen mucho mayores: no dar garantías mínimas de seguridad
y protección a sus ciudadanos, ya no digamos previas mediante la prevención del delito,
sino después, con la ejecución de procesos y penas para quienes delinquen. Lo ideal:
al haber justicia no solo se pone en su lugar a cada cual, sino sirve, por que no decirlo,
para el descanso de familiares y amigos y la sociedad en general, en particular de los
padres. Finalmente la muerte de nuestros seres queridos no quedó impune y su crimen
fue sancionado. Ahí Derecho cumpliría su objetivo de ser garante, mientras que en otros
casos la justicia espera indefinidamente al estilo de la serie “Cold case”. Como es el caso
de los crímenes masivos del 68y 71 en México, que a pesar de conformar una comisión
especializada para dichos delitos del pasado, la justicia no ha tenido lugar.
En muchas experiencias de desapariciones y secuestros, los padres solicitan
clamorosamente al menos saber donde está su hija, su hijo, para así poder descansar,
rendirle homenaje, llorar su memoria. Recuerdo que Nelson Vargas en repetidas ocasiones
así lo manifestaba, como miles de padres a todo lo largo y ancho del país. Pues contar con
un cuerpo y una sepultura es el inicio del descanso, del duelo, tanto del aquejado por el
crimen como para la familia. Cuando esto falta, el amado familiar está en todos lugares y a
la vez en ninguno. Cuando se trata de una muerte por un crimen, además del inmenso dolor
-¡Las palabras no alcanzan!- se añade la de experimentar en la pasividad e impotencia un
acto radical ejecutado por alguien, conocido o desconocido, que en un solo instante, hizo
de nuestra vida algo diferente, sin marcha atrás. “Yo ya no tengo nada que perder, estoy
muerto en vida” (Nelson Vargas)
Los por qués se multiplican y encuentran, cuando no el silencio, las mil posibilidades
explicativas, cada una es un intento por capturar lo imposible, el sentido de la muerte,
del acto loco, criminal, performativo, incluso desconocido para quien lo ejecutó. De ser
los asesinos personas conocidas, se maldicen las horas, días, lugares donde se le vio,
tendió la mano, recibió, platicó…con aquel que le robó el aliento al familiar querido. Y si
además, aquel desgarrador crimen no logra alcanzar una pena por el sistema que debe de
impartir justicia, entonces el dolor no tiene lugar, ni tiempo, ni medida; y al dolor por la
pérdida cruenta de un ser querido se le añade el pesar del crimen de injusticia de un sistema
deficiente y corrupto que en vez de proteger, castiga. ¿Quién entonces hará justicia si el
Estado no la garantiza? ¿Dios, la escuela, la iglesia, precisamente cuando ante las miradas
cómplices de estas mismas instituciones el Estado opera?
La impotencia de Marisela Escobedo Ortiz, activista que surge del dolor por la tragedia
del asesinato de su querida hija, Rubí Marisol Frayre, a manos de un criminal, a quien
la justicia mexicana no castigó, sino liberó, se lanzó a realizar actividades de legítima
protesta, exigiendo justicia, finalmente otro acto criminal, la frenaron, siendo ultimada
enfrente del palacio de Gobierno de Chihuahua, la noche del 16 de diciembre, mientras
colocaba una manta que decía: “Justicia: privilegio del gobernador. ¿Y para mi hija
cuando?”…días antes había dicho: “Si me va a venir ese hombre a asesinar, que venga y
me asesine aquí enfrente, para vergüenza del gobierno. Tengo amenazas por parte de él y
su familia….que venga y termine conmigo, que termine conmigo aquí enfrente, a ver si
les da vergüenza”. La muerte de Marisela Escobedo Ortiz fue un acto más de protesta, que
denuncia de manera radical aquello mismo contra lo que, amorosamente por su hija, estaba
luchando: la impunidad de su crimen, quizás la única posibilidad de lidiar con su muerte.
http://columnacamilo.jimdo.com
Twitter:CamiloRamirez_
1 comment:
Es sorprendente lo que ha pasado y cómo, poco a poco, nos hemos ido convirtiendo en espectadores, la mayoría de las veces pasivos, de la desorganización social y el dominio del thanatos.
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