por
Camilo Ramírez Garza
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, solía tener en su consultorio a sus queridos caninos, paseándose mientras él atendía a sus pacientes. Uno de ellos era Jofi, un esponjado chow chow de delicadas maneras y suave andar; otro era Wolf, un imponente pastor alemán, regalo a su pequeña hija Ana, para que la acompañara a pasear, y así pudiera ella sentirse segura por las calles de Viena. ¡Claro! ¿Quién osaría acercársele a alguien custodiada por un pastor alemán?...(Un aparte: Ironía, paradoja o chiste. ¿Será que por eso la inteligente y solícita hija, Ana Freud, permaneció en la soltería, sin que nadie se le acercara, por el perro alemán o el perro-celo-del padre- Freud; en donde el perro devino subrogado del otro, quien se lo regaló)
De Jofi Freud escribió en una ocasión a su amiga Mari Bonaparte, diciéndole: “Y consigue explicar los motivos de que se pueda querer a un animal como Topsy (o Jofi) con tanta intensidad; se trata de un afecto sin ambivalencia, de la simplicidad de una vida liberada de los casi insoportables conflictos de la cultura, de la belleza de una existencia completa en sí misma. Y sin embargo, a pesar de todas las divergencias en cuando a desarrollo orgánico, el sentimiento de una afinidad íntima, de una solidaridad indiscutible. A menudo, cuando acaricio a Jofi, me he sorprendido tarareando una melodía que pese a mi mal oído, reconocí como el aria de Don Juan: “un lazo de amistad nos une a ambos…” (Freud a M. Bonparte, 6 diciembre 1936)
Incluso en otro momento, estando Freud en una sesión con un paciente, el mencionado canino emitió un sonido justo en el instante en que Freud le decía algo, dando en el clavo la sorpresa de que “hasta Jofi le había entendido”
Recientemente ha saltado a la fama, Cesar Millan, reconocido entrenador de perros, quien buscando el sueño americano se vio en la necesidad de emigrar de Sinaloa, México, hacia EU. Ahora conduce un programa: “Dog Whispered” (El encantador de perros) donde aparece como un auténtico “rey de la selva” rodeado de muchos perros, quienes lo siguen a donde va y siempre obedecen.
Como cualquier programa del estilo “cambiando esposas” “SOS niñera” etc. Millan visita hogares cuyos miembros tienen problemas con sus mascotas. Las dificultades aparentemente son muy variadas y requerirían intervenciones siempre especializadas. Pero después de seguir un poco el quehacer y sabiduría de los métodos de Millan; uno no solo va sabiendo algo sobre cómo controlar y entrenar a un perro, sino ciertas nociones a veces ya olvidadas, otrora del “sentido común”, que ya no es tan común, sobre el ejercicio de la autoridad, el control, la disciplina y los límites, quizás también no solo para vivirlo con las mascotas sino con y entre humanos; todo ello atravesado de cabo a rabo con algo indispensable, por no decir, fundamental, de lo cual no puede prescindirse: el amor hacia - ya no digamos solo, mascota, regalo o propiedad- un miembro más de la familia. De ahí el lema del dog whisperer: “Rehabilito perros, entreno personas”
Podríamos decir que en el vinculo con los perros, se expresa, podemos apreciar algo de los vínculos, no solo con los otros, los semejantes, sino con “eso” innombrable en sí mismo, solo artículable por la vía del trastocamiento de la palabra, su desmaterialización: el silencio, la risa, las caricias, el llanto, esos que, lo mismo que las artes, el humor y el psicoanálisis intentan dar cuenta de las peripecias, laberintos y vericuetos de la vida humana, agitada por el deseo, la búsqueda, el amor…