"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Thursday, November 11, 2010

El amor: un fracaso para jugar

“Mi esposa yo seguimos juntos, porque seguimos hablando,
peleandonos y haciendo el amor”
Sttephen King

El amor no es esta idílica, romántica e ingenua noción de los cuentos de hadas; éstos terminan
antes de fracasar (fra-casar, justo después de casarse), en el éxtasis realizan “coitus interruptus
de la felicidad” “Y vivieron felices para siempre” sino todo lo contrario. Se terminan antes de
que empiece lo bueno, eso que se saben y expresan las evanescentes sonrisas cómplices de las
parejas, sobre todo de las mujeres al ver el amor solo como un cuento “feliz”.

Si acaso el único cuento que muestra algo de las peripecias, laberintos y vericuetos del amor
es “Shrek” llevada al cine por la casa productora, Dream Works. Si, el amor y su fracaso, es
un sueño, también la pesadillas son un sueño, y como planteó Freud, “también una realización
de deseo”. Recordemos que en lengua alemana, la palabra “Schreck”, antecedente metonímico
de Shrek, significa terror, miedo espanto. Y si, todo amor y enamora-miento, produce una
especie de espanto: ¿Qué voy a hacer con esto que siento? ¿Por qué me/te amas/o? ¿Qué es lo
que (imagino) que tengo que hacer para responder/mantener/cuidar/poseer tu amor? Todo amor
produce delirio: ¿Me quiere no me quiere?, así como una situación cercana al secuestro y a la
extorsión que demanda una exclusividad imposible, asfixiante: “¡Si dices que me quieres, deja
de ver a tus amigos/as!” No por nada las artes se han referido al amor como “una enfermedad
y locura incurables” (“El amor es una gran locura y el cura que lo cura, comete una gran
locura”) como un destino marcado por la fatalidad (“Romeo y Julieta”) el amor imposible, la
pareja perfecta!!... perfecta porque no vivieron juntos, les pusieron la “puerta negra con tres
candados!!!- se murieron justo en el éxtasis.

“El amor es un fracaso para jugar” ¿Por qué? Porque hay fallas, dificultades, problemas que
irrumpen y muestran algo: en el amor hay fallas. Cuando me enamoro de alguien se produce
algo parecido a “Dar algo que no se tiene a alguien que no lo es” (Jacques Lacan) Se ama algo
en el otro que es más que sí mismo, es decir que es “Yo”, o algo compartido: amo algo en ti que
incluso puede que tu no lo veas (o “no lo seas”) de ahí que muchas cosas que hagas o digas no
se ajustan a esa idea/imagen/fantasía que supongo de ti (Toda suposición habla de la posición
habla en algo de quien la refiere) frustrándome. ¿¡De quién carajos me enamoré entonces?! –se
reclaman los enamorados, cuando descubren que sus imágenes no coinciden con el modelo, con
la copia. (Eidos/Copia/Simulacro, órdenes platónicos) y entonces a partir de eso se inicia la
procesión de reclamos y lamentos del estilo: “¿¡Por qué no podemos estar como antes?!”
¡Cuando comenzamos a salir todo era…! ¿Cómo se va a poder estar como antes, si antes no se
conocían y no había cercanía, ni trato diario, no se conocían los pestes, los errores, las fallas de
sí mismo y del otro, todo era perfecto, justo porque nadie conocía a nadie, no había el elemento
incómodo de las diferencias (“Diferencias irreconciliables” ¿no es acaso una de las principales
causales de divorcio? ) la cercanía…todo eso que va produciendo una suerte de
desenmascaramiento del objeto: no es (en verdad) como lo que creía. ¿Y qué cosa –díganme- si
es como uno lo pensaba, como lo imaginaba? En esa encrucijada puede que algunas relaciones
se terminen, se enreden un poco más, o se suspendan en una pausa donde nadie se toca (del
cuerpo, palabras, etc.) Que el amor no alcance las ganas para hacer algo con eso traumático y/o

molesto del otro, quizás otras puedan encontrar las formas para jugar el juego del amor y
desamor…jugar con lo estático de las imágenes románticas y con su desencanto tal cual lo
muestran las películas de “Shrek”, en donde justamente las diferencias (anormales, feos,
amorfos, etc.) producen rechazo de los demás y de sí mismo, constituyen eso mismo que hace
lazo y síntoma amoroso, pues aquello que se ama del otro es también aquello que se odia, se
participa del fracaso con horror y fascinación. Lo limitado es pensar que no se participa en cierta
medida de lo que se odia/ama en el otro; de ahí que el poeta diga: “Te odio con la mitad del odio
que guardo para mi” (Sabines)

http://columnacamilo.jimdo.com
Twitter: CamiloRamirez_

Thursday, November 04, 2010

Morir en estos tiempos

por
Camilo Ramírez Garza

¿Acaso puede protegerme la casa de la muerte?
Jaime Sabines

En México, sobre todo en los estados y ciudades al norte, tal parece que a la única certeza en la vida, la muerte, y su angelical ensueño de causas “naturales”, las personas debemos añadirle las de una muerte cruenta, sea a manos del crimen organizado o del fuego cruzado, o confusiones “daño colateral” a manos del ejercito y/o la policía. Incluso hay quien se ha atrevido a comparar tales muertes, con la noción biopolítica de daños quirúrgicos "Desgraciadamente no se puede hacer como en el cuerpo humano una operación, es decir, un cirugía sin tocar los demás miembros, tristemente así ha sido, lamentamos mucho eso..." –declaró el Cardenal de Monterrey, Robles Ortega (El Norte 31/10/10) similar a lo que George W. Bush expresó sobre la invasión en Iraq, como una operación quirúrgica preventiva, a lo cual diversos médicos le cuestionaron la imposibilidad de tal noción.

Definitivamente todos moriremos algún día, de eso no cabe duda, sin embargo la muerte siempre se experimenta lejana, distante; sobre todo cuando “hay motivos para vivir” de lo contrario la muerte impregna todo con su halo de “mortificación”. Como síntoma obsesivo pensante, que distrae, cuando no protege de lo verdaderamente traumático: que realmente pase algo, desear, vivir, arriesgar.

¿Qué sucedería si viviéramos conscientes que un día moriremos? No en sentido trágico como el poeta de “La transitoriedad” que describe Sigmund Freud, sino como posibilidad creativa; saber que en los lugares, tiempos y espacios por donde transitamos, otros serán los que ocupen y disfruten –quizás- de lo que ahora nosotros tenemos, de sus efectos. Ello permitiría quizás tener otras prioridades, vivir más lento, más ligero, saborear la vida: “Nada te llevarás cuando te marches/cuando se acerca el día de tu final/vive feliz ahora mientras puedas, tal vez mañana no tengas tiempo para sentirte despertar….” –canta el poeta y cantante Napoleón.

Mientras que el capitalismo, el estado y la empresa nada quieren saber de las muertes singulares, sus condiciones y sufrimientos, así como de la memoria y la historia, pues ellas son portadoras de lo que se hace y ha hecho, se centra en la “calidad de vida” en lugar de sus cualidades, buscando mercantilizarlas, sacarles provecho económico, así como minimizar su importancia por la estadística: “Una muerte es un hecho lamentable, miles, simple estadística” W. Churchill, la muerte sigue ahí interpelándonos de manera singular. No hay nada más humano y más cercano que eso (¿Por quién tocan las campanas?) al pensar o conocer la muerte de alguien, por mas lejano que sea, es imposible no remitirse a la propia; la muerte del otro, mi especular, es en cierta forma la propia. Pues la única posibilidad de imaginar la propia muerte es haciéndola como si fuera de otro.

Por otro lado, la muerte además de vivirla, se celebra, conmemora, convoca: ¡¿Cuánta gente no se reúne precisamente en los funerales de familiares y amigos?! A platicar, llorar, recordar, contar chistes, reír, sufrir juntos, hasta después, bailar, tomar, hacer el amor…justo hacer por reivindicar aquello expresado por Heidegger sobre los humanos: “Vamos viviendo la muerte, a la vez que muriendo la vida”…de ahí el grito de la picardía mexicana, de apología a la vida: ¡A comer y a chupar que el mundo se va a acabar!”.

camilormz@gmail.com

Twitter: CamiloRamirez_


*Articulo publicado en el periódico El Porvenir, Cultural, p. 3. 27 octubre de 2010