La seguridad/inseguridad es paradójica: entre más se busca, más produce su contrario,
inseguridad. Algo similar sucede con la culpa y soluciones “motivacionales”: entre más se
quiere “hacer lo correcto, lo ideal” para no sentir culpa, más se reafirma. Entre más seguro
se quiere estar/permanecer, se es más vulnerable. Como aquella señora a la que se refiere
Freud, cargaba muchos paquetes, y por querer sostenerlos, se le cayó uno, cuando intenta
recogerlo, se le cayeron otros, se inclina nuevamente, queriendo tomarlos y se le escapan
otros…Lo mismo vale a la inversa: reconocer la vulnerabilidad permite resarcir algo de
la seguridad perdida, no quedar “secuestrado por el miedo” de manera absoluta, seguir
adelante. El miedo es imaginario: se teme más a lo que pudo/puede suceder que lo que
finalmente aconteció/acontece.
Una consecuencia práctica derivada de dichas experiencias, como lo muestra el saber
psicoanalítico: la mejor forma de protegerse es ocultarse a la vista, al estilo de “La carta
robada” Edgar Allan Poe. La misma estrategia del humor y el chiste, permiten decir lo
indecible: la verdad. Como experiencias en donde, “haciéndose los muertos” libraron una
ejecución; decir “Número equivocado o “You nou hablou españoul” al contestar el teléfono
y recibir la perorata de alguien que buscaba extorsionarlos. Son respuestas que se ocurren
al instante, no se pueden calcular ni planear, tampoco se pueden ofrecer como “tips” de
seguridad, “Usted debe de hacer esto o esto otro” pues son como la culpa: nadie puede
realizarlas, acercarse al ideal y dejan más desprotegidos (“Chin.. no pude, si le hubiera
dicho…”) Después de una conferencia de seguridad, alguien decía: “Ahora si ya tengo
mucho miedo, no sabía que todo eso se tenía que hacer para estar seguro”. Pues los avances
tecnológicos al mismo tiempo que nos permiten cierta independencia de la “naturaleza”,
condicionan más. No basta instalar cámaras de vigilancia (circuitos cerrados) que además
nunca tienen buena resolución, una vez que están en funcionamiento, se debe contratar a
alguien que se dedique a verlos. O aquella puerta repleta de cerrojos, candados y mirillas
panorámicas; pasadores, llaves de seguridad…dispositivos todos ellos que intentan impedir
el paso de alguien, de una amenaza…” ¿Acaso puede protegerme la casa de la muerte?”
(Jaime Sabines) ¿De qué protegerse? ¿De quién? ¿Quién amenaza y asecha, los de afuera
o los de adentro? Si se creé seguro es porque se opera con la ilusión “adentro” y “afuera”
La película “Cuando un extraño llama” (When a Stranger Calls, EUA; 2006) muestra
la superficie continua entre adentro y afuera, su topología (ver. Banda de Moebius) las
verdaderas amenazas están “adentro” entendido adentro, psicoanalíticamente, como
aquello ubicado en la exterioridad, en la superficie: el discurso de terror de los medios/
miedos, del Estado, referente discursivo (guión) necesario del obrar del crimen organizado.
Uno de los malestares que se presentan en Monterrey, NL, como en muchas ciudades de
México, es respecto a lo que se oye, no solo de día, sino sobre todo en las noches. (Ver.
Ramírez-Garza, C. ¿Cómo diferenciar los sonidos? 1ª parte. El Porvenir 25/08/10) El terror
es que todo sonido de estruendo (cuetes, juegos pirotécnicos, explosión de transformador,
de coche…incluso las mismas balaceras y granadas) ha quedado investido eróticamente por
la fatalidad (¡Vienen por nosotros, nos van a matar, a secuestrar…ha llegado el fin!) Así
como el amor entra por los oídos, el miedo hace lo propio desbordando los cuerpos. Por
ello las sensaciones seguridad/ inseguridad podrían también leerse como una irrupción de
un rasgo de erotomanía, de "ansia/terror/fascinación por la destrucción, el caos y la muerte;
una forma de vivir la vida erótica en tiempos de guerra y muerte. (Continuará en 3ª parte)
camilormz@gmail.com
http://columnacamilo.jimdo.com
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