por
Camilo Ramírez Garza
“¿Qué hace que la política de la vida termine
por acercarse inexorablemente a su opuesto”
Michel Foucault
Siempre que se aborda lo positivo y lo negativo, me es imposible no remitirme al mundo de las matemáticas - ¿La matematización de las vidas?- en particular a la recta numérica y sus cuadrantes. Así como al genial texto de Nietzsche “Genealogía de la moral” en donde aborda cómo surgen históricamente las nociones de bueno y malo, aparejado –por alguna razón de poder- con las de belleza y riqueza, y de ahí también la de salud/enfermedad para dar cuenta de lo normal/anormal no solo en términos médicos, sino, sociopolíticos y psicológicos.
Dadas las características trágicas de nuestro país, México, estado, Nuevo León y ciudad, Monterrey, como muchas otras ciudades del norte, sur, este y oeste… ¡Pareciera que la tragedia se ha extendido por todo el territorio nacional!- sería para muchos, imposible, no desmoralizarse y dar por sentado que la realidad cada vez va a estar peor, es decir, reconocerse como “pesimista”. Mientras otros –aparentemente opuestos- los positivos, intentarían contrarrestar las malas “vibras” de aquellos. Bueno, tal no pudiera ser, puesto que, estructuralmente, positivos y negativos, son lo mismo: uno se define por el otro, ninguno puede existir aisladamente, al intentar afirmar uno de ellos, más aparece su opuesto, querer erradicar la negatividad o el pesimismo, con argumentos ideales-positivos solo hace “crecer” en más medida la negatividad, puesto que al plantear insistentemente lo positivo, los ideales, más el sujeto toma conciencia de lo lejos que está de cumplir dicho ideal. Algo similar sucede con la culpa: entre más me planteo cumplir mis más altos ideales, erradicar la culpa, sentirme bien, más se afianza y se abre la brecha para sumirse en el desgano, el pesimismo y la apatía. Por ello, paradójicamente, no hay cosa más triste como la alegría positiva, así como no hay nada más alegre que la tristeza. ¿Ejemplos? 1) Las galletas de la mala suerte, equivalente de humor negro de las famosas galletas de la buena suerte, aplicación de la red social del Facebook, donde al abrirla te da un fatal mensaje que paradójicamente, termina por producir mucha alegría; 2) lo mismo que los desmotivadores, cómicos que se burlan de las “bien intencionadas” posturas positivas de la vida, permiten salir de las redes de dicho circuito: positivo-negativo; optimismo-pesimismo; paz-violencia; sentimentalismo-indiferencia, etc. Circuito que encapsula al sujeto en una tristeza sin posibilidades, fuera de las dos “negatividad” “positivismo”. 3) El juego de fútbol, el clásico regio ente rayados y tigres, que se planteaba como pro paz, terminó en trifulca.
Una forma de subvertir dichas redes que imposibilitan el verdadero cambio, pues siempre se tiene la idea que hay que cambiar primero, ser positivo, dejar de ser negativo, para cambiar, mejorar, desarrollarse. Es salir del circuito ideal de paz, positivismo, etc. para asumir una posición des-sentimentalizada, a la manera en la que, por ejemplo, Gandhi y Martín Luther King lo hicieron: afectaron órdenes establecidos denunciando sus poderes, no desde el sentimentalismo o positivismo (sufrimiento de la India o de los negros) sino planteando sus derechos laborales y como ciudadanos, es decir, tomando el contexto en donde se generan los malestares que se padecen socialmente, más allá de a priori “ser” pesimistas o positivos, se salieron de dicha dupla igualmente de infecunda, para otorgar vías de cambio y transformación social, vía movimientos pacíficos, realmente violentos en su efectividad, entendido por violencia: la posibilidad de poner en jaque a todo un país e imperio.
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*Articulo publicado en el periódico El Porvenir (15/09/2010) p.2. Monterrey, Nuevo León, México