"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Wednesday, December 20, 2006

LA PASIÓN DE MORIR AL VOLANTE

Camilo Ernesto Ramírez Garza
“La muerte al volante –siempre impactante y violenta-
irrumpe desgarrando las ilusiones de control y dominio
sobre la maquina y el cuerpo”


Dos comerciales de radio, uno de televisión y dos panorámicos. El primero narra las hazañas de un niño -entre mago y explorador- surcando valientemente hondos peligros; descifrando y luchando contra el enemigo Al final el slogan: “En su vida no hay peligro. Volvo hace que se mantenga así”. Cierra, ofreciendo una descripción de lo último en tecnología automotriz. Seguido comienza otro. Éste presenta los últimos avances en tecnología computacional, cerrando tajantemente: “Si no tienes lo último, no tienes nada”. Un tercero en televisión, articula grotescamente en cámara lenta cada uno de los movimientos de una persona, termina con la frase igualmente lapidaria: “Si eres lento, entonces eres feo”, al final la toma aérea del auto con vidrios polarizados, zigzagueando veloz y controladamente. Dos panorámicos de un Hospital de la localidad; presentan slogans: “Tendré un ataque cerebral y no tengo miedo” el otro “Tendré cáncer, me curaré y curaré a otros”. Mostrando con ello, así como los anuncios de las agencias funerarias de nuestra localidad, que la lógica publicitaria de la empresa –donde lo importante es vender- ya ha invadido las estructuras que antes no requerían publicitarse: partidos políticos, escuelas, hospitales y la misma iglesia; ello con sus respectivos efectos.

El elogio a la velocidad que acelera vertiginosamente el ritmo de vida, tanto al manejar como al navegar por Internet; al trabajar, divertirse, estudiar, hacer el amor, comprar y más comprar, produce subjetividades particulares: el culto por lo inmediato, por lo "eficaz”; el desecho del pasado a la velocidad de un clic; así como la reducción de la vida a un instante que ya se fue. En la ciudad, grandes e imponentes pasos a desnivel, la supresión de semáforos que antes obligaran a detenerse, agilizan ahora el flujo del tráfico, otorgándole al conductor avenidas kilométricas para acelerar a sus anchas. La paradoja más irónica: si por un lado tenemos mejores automóviles, equipados con lo último en tecnología de sistemas de seguridad, además de contar con médicos y hospitales de primer nivel, parecería absurdo no quererse arriesgar aunque fuera un poco. El culto a la velocidad de nuestros tiempos se promociona en todos lados (empresa, escuela, hospitales, hasta en el consumo de drogas existe un cambio de las drogas depresoras, como la marihuana, a las activadoras, como la cocaína y las de diseño como las anfetaminas; así como las bebidas estimulantes de uso legal) donde el Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) pierde su carácter de psicopatológico para convertirse en una constante de normalidad: el surgimiento de sociedades hiper-activas, sin atención al “miedo”, por lo tanto más arriesgadas e imprudentes.

Es el paradójico deseo humano de desaparecer a través de la autodestrucción, como medio de encarar el problema del sentido de la vida; de lidiar con “la imposible costumbre de ser uno mismo”, como dice el poeta mexicano José Emilio Pacheco. En la actualidad predomina el acto de comprar y consumir cada vez más y más, como sentido desechable, efímero y fugas, de un estatus imaginario de ser más y mejor por el hecho de comprar y tener, otorgando la ilusión de poseer, que una vez alcanzada se evapora. Dando un salto al predominio por lo Real del cuerpo: trastornos alimenticios, auto-mutilaciones; y muertes al volante.
La muerte al volante –siempre impactante y violenta- irrumpe desgarrando las ilusiones de control y dominio sobre la maquina y el cuerpo; desencantando cualquier deseo de superioridad; anunciando la caducidad y fragilidad humana; las consecuencias irreversibles de los actos. Si se vive para contarlo, tal vez la vida cobre otro sentido. Así como las mentiras de los anuncios, en donde se pretende descartar cualquier error, culpa y peligro, cualquier miedo; la falla como posibilidad de enseñarnos algo; aprender de los errores. El ideal del hombre sin miedo (Daredevil) en el que toda la humanidad se identifica, es la imposible conquista de lo irrefrenable del deseo, de la vida-muerte. Es por su miedo que se lanza (vía la tecnología médica, automotriz, etc.) en la absurda lucha por erradicar aquello que despierta su terror, quedando así desprotegido.

camilormz@gmail.com

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