por
Camilo Ramírez
Garza
Dedicado al Chef
Carlos Mendoza,
con mi admiración y
cariño.
Por
la boca se balbucea, se puede chupar, hablar, besar, respirar, comer, vomitar,
morder... Es un lugar de contacto que, como muchas zonas erógenas del
cuerpo, además de participar en actividades
nutricias y de supervivencia, también es un lugar por donde se genera y circula
el placer de saborear, paladear, mamar, besar, hablar, gritar, cantar… algunas
de estas experiencias se soportan en la palabra, otras en su
desmaterialización, generando un lazo con el otro.
Se
come por muchas razones. Comer es, además de un acto humano y social, un acto
singular, pues posee implicaciones subjetivas y simbólicas para quien come:
¿Qué se come cuando se come? Se come para vivir y por placer; para pasar el
tiempo, para celebrar, procesar y amor-tiguar las penas. “Las penas con pan son menos” –reza la sabiduría popular. Y es
que existe la costumbre de llevarse un pan a la boca para calmar la sed de esa
ansia informe y a veces inlocalizable de las penas del corazón, pero también los
ánimos que, por otro lado, se quieren volver bocado para llenar. “Tu hasta lo que no te tragas te hace daño” Para que entonces se puedan “pesar” y “medir”
en…algo que tenga forma, lugar y cabida en el cuerpo. No es casualidad que en
el origen religioso de toda fiesta, la
abundancia de la divinidad se expresara en rituales que involucraran
(In-bolo-cracia: el gobierno del bolo) siempre un exceso de comida, bebida y
práctica sexual, para el porvenir, la fertilidad de la mujer y de la tierra,
para la salud de los niños; como si sólo mediante el llenando – o vaciado, contraparte
que elige el asceta- todos “los puertos” y orificios del cuerpo, se pudiera
sentir a…Dios, la seguridad, la hospitalidad… ¡Ah que divino!
Del
banquete de Platón, a las fiestas y orgía romanas, pasando por la narración del génesis sobre la
expulsión del paraíso por “comer del árbol” prohibido, al maná del desierto,
hasta la última cena, así como el banquete del condenado a muerte, se come algo
más que comida. Comida, gesto e incorporación se unen dando coordenadas
similares a las del baile, “El que come y
canta loco se levanta”. ¿Y que si hoy fuera nuestra última comida? ¿Cuáles
son tus antojos? ¿Tu comida preferida?
La
comida dista de ser algo estático, es algo dinámico, posee historia, un objeto
que siempre se mueve y se desplaza conforme
la expresión de los gustos y los ascos, las modas, los tiempos y las memorias.
Consuelo, protección y placer para el recién nacido, acto social para el
adolescente quien empieza a hacer sus primeras comidas aparte del hogar, en
compañía de amigos (“¡Comes bien!”
–decían las madres al despedirse de uno); la cita romántica de ir cenar, en
donde hay que cuidar las formas y las cantidades, pues no se vaya a pensar
quien sabe que cosas o incapacitar para lo que sigue, no vaya a ser que…la
comida como embajada y consuelo para quien está lejos de la patria y su sazón,
última morada, a veces lo único que tienen los ancianos para exprimirle algo de
sabor a la vida vía la comida y sus manjares. ¡Ah, que sería de la vida sin
estos momentos y sin estos placeres! ¡Oda a los artistas del paladar! que hacen
confluir en el tiempo un manjar de lo fugaz que trasciende las culturas y los
tiempos, volviéndose narración a degustar.
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Twitter:
@CamiloRamirez_
(Artículo publicado en el periódico El Porvenir (11/06/2013) cultural, p. 3