por
Camilo Ramírez Garza
“Más vale un mal arreglo a un buen pleito”
Sabiduría popular
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Corrupción, es una “alteración o vicio en un libro o escrito; un abuso introducido en las cosas no materiales (de costumbres, de voces); En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole; acción y efecto de ocultar o enredar fraudulentamente un negocio; -de menores: delito consistente en promover o favorecer la prostitución de menores o incapaces, su utilización en actividades pornográficas o su participación en actos sexuales que perjudiquen el desarrollo de su personalidad”. También podríamos decir que es un acto compartido en donde dos o más acuerdan romper algo (la ley, orden, estatutos, saltarse la fila, etc.) para posicionarse de manera diferente, logrando incluso perfeccionar la misma ley y -por que no decirlo en estos tiempos- la paz. No es lo mismo seguir las normas a jugar con ellas, modificando a placer “las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole”Para lo cual, se requeriría, en principio, contar con el poder para modificarlas “utilización de las funciones y medios”
Nadie está exento de la corrupción, todo humano es corrupto, pues todo humano es producto de una transgresión del orden biológico. Ante dicha pérdida se vio en la necesidad de construir órdenes artificiales (lenguaje, códigos, leyes, religiones, reglamentos, etc.) que nos orientaran, y que precisamente, por dicha artificialidad pueden ser modificados, trastocados, descartados, obedecidos, derogados, etc. para cierto fin, se sepa o no, se busque o no. De una supuesta ley “natural” que prohibía el alcohol, se desarrollaron otras que lo permitieron y/o regularon.
Dos realidades igualmente lamentables que comparten la estructura de la corrupción: la corrupción de autoridades, tanto civiles como religiosas en diversos países y a diversos niveles. Mientras los gobiernos intentan “luchar” muchas veces de manera igualmente ilegal (cuerpos de élite, arraigo, juicios sin pruebas, ni evidencias, etc.) contra el poder del narcotráfico, no reconociendo de entrada la propia corrupción y participación en el negocio, ahí los efectos lamentables en miles de muertes en todo México; la iglesia católica guarda una compleja complicidad silente, cuando no abierta, respecto a los miles de abusos sexuales cometidos por bajos y altos miembros de la jerarquía, de manera particular el encubrimiento de Marcial Maciel, fundador de los legionarios de Cristo, por el entonces papa Juan Pablo II y por Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI. La corrupción obedece a las lógicas de “tomar atajos” para conseguir y mantener el poder político, económico, ideológico y/o religioso al extremo de excesos obscenos, siendo tejido y horizonte relacional. Ante la frase “Todos tienen un precio” o los juegos de retos a la manera de “¿Por cuánto dinero harías…?” revelan la potencialidad o posibilidad, silente o abierta, de todos por trastocar un orden para efectuar un movimiento “sin pasar por la ley”, puesto que hay cosas que se resuelven de diversas maneras (¿Dígame como podemos arreglarnos?) Por ejemplo, no es extraño que el narco circule tanto por carreteras y avenidas, digamos las rutas legales, como por brechas, o instrumente bloqueos, para poder circular, así como el poder “legal” abre y bloquea los medios de comunicación.
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