"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Saturday, July 11, 2009

De lo trascendente al analgésico

por
Camilo Ramírez Garza


En pocas décadas no solo ha cambiado el consumo de drogas (legas e ilegales) sino el objetivo para experimentar con ellas; se ha pasado de las drogas depresoras del sistema nervioso a las estimulantes. Dichos cambios no solo son cuestión de “gustos” en los consumidores, sino muestra de una transformación en la posición subjetiva de nuevas generaciones. Plantémonos una pregunta sencillamente compleja: ¿Qué tienen de similares y diferentes las muertes de Jim Morrison, vocalista de The Doors, la de Jimy Hendryx, respecto a las muertes del joven actor Hed Ledger y la del reciente rey del pop, Michel Jackson?

Las drogas (prefiero el término sustancias o incluso prótesis químicas) se han utilizado por miles de años: como bálsamo medicinal, ungüento de dioses, pócima o brebaje ceremonial con el cual entrar en contacto con algún animal, o con la divinidad y así realizar cierto ritual o travesía por el bosque o las montañas, como p.e. fue la hoja de coca para los nativos del Perú. Es bien conocido que solo cuando el alcohol pierde su carácter contextual- ceremonial convirtiéndose en una simple bebida para “ponerse pedo” es que se inserta en el mercado y se potencia su consumo, asociándose a “tiernas” ideas sobre la masculinidad, la raza, el futbol, los amigos, la unión familiar, etc. Y una vez que se ha desacralizado el alcohol entonces nos espera la medicina y principalmente la psiquiatría, con sus benditas categorías para patologizar e intentar regular y administrar el consumo (“abuso”) de alcohol: ¿Tiene usted problemas con su forma de beber?
En los 70s Los Beatles quedaron encantados con la sabiduría de oriente, según sus biógrafos, contemplaban la posibilidad de realizarse trepanaciones en el cráneo, como aquellas descubiertas en el antiguo Egipto. ¿Su sentido? poder liberarse de la tensión que suponían se iba acumulando en su cabeza y amenazaba con explotarla. También experimentaron con el LSD, de cuya experiencia, se dice, compusieron decenas de canciones, como “She said She Said”, por no decir todo el álbum Revolver y el de Rubber Sould, convirtiéndose de tiernos y enclenques musiquillos de una ciudad de pescadores a experimentados hombres y músicos de mundo.

Por su parte Jimmy Hendrix soñaba con aplicarse una inyección de morfina directamente en la glándula pineal, esa que según Descartes era el asiento del alma, lugar privilegiado por donde se vinculaban cuerpo y alma. Así como ellos, Jim Morrison, vocal de The Doors, utilizaban las sustancias para buscar experiencias sobre-naturales, trascendentes: ver a Dios, ir hacia el infinito, salirse de sí y entonces advertir lo absurdo de la existencia humana, sus valores, historia e instituciones culturales: “This is the end, beautiful friend…”

Ahora, en cambio, el objetivo de consumir ciertas sustancias es poder medio funcionar: proveerse de un estado de ánimo mínimo para poder estudiar, trabajar, disfrutar, si acaso no sentir dolor; ya no se busca lo trascendente, sublime e inefable, sino poder medio vivir, buscando no quedarse dormido durante el fin de semana en una fiesta o antro, así como erradicar un dolor fundamentalmente biológico.

De ahí que ahora el consumo de drogas ilegales tenga la misma estructura y justificación que la que se requiere al consultar a un médico por un malestar: se le describen los síntomas éste prescribe un medicamento que intentará erradicar el mal y hacer que “vuelva la alegría”. Dicha noción es la misma, incluso cada vez más las drogas ilegales toman la forma de las drogas legales, las medicinas (“son para mi salud y bienestar”). Quedando con ello al descubierto los elementos en común que siempre han poseído: ser artefactos químicos derivados de la tecnología que ha creado el humano para poder “ir más allá” tanto en sentido trascendental como hacer que la máquina del cuerpo funcione óptimamente.

camilormz@gmail.com

http://camiloramirez.jimdo.com

1 comment:

Anonymous said...

Ea Camilo ! ! ! Te habías tardado en poestera algo, pero bueno, valió la pena la espera, chido post, aunque tristísimo por la realidad que se vivie en nuestro país. Las drogas quizá se han convertido o se están convirtiendo en el cuento de nunca acabar y en el hueso que le está dando de qué hablar a muchos, concuerdo contigo iremediablemente en tu artículo, aquella parte mística, particular y "evangelizadora" ha desaparecido para formar parte en el aparador del esquema consumidor, la pose "sexo, drogas y rocanrol" me puede convertir en un rockstar ya de jodido tipo región 4. Le pones limón a la herida, ya no se trata de hasta donde puede llegar mi pensamiento y mi crecimiento interno, si no de saber cuanto puedo llegar a vivir en una sola noche. El ritual pierde significado y adquiere precio, chale.