"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Tuesday, April 28, 2009

BIENVENIDOS A LA ERA DE LOS VIRUS: el control hecho epidemia

Por
Camilo Ramírez Garza

“El valor a proteger aquí es la vida humana”
Marcelo Ebrar
Jefe de gobierno capitalino

“La democracia es el abuso de la estadística”
Jorge Luis Borges


En los años de la guerra fría (40´s-90´s) el planeta temblaba, principalmente EUA, ante el inminente holocausto nuclear. Se hacían simulaciones y ejercicios en todo centro educativo. Por lo cual se disparó el espionaje y contraespionaje, había quien jugaba para más de un bando. Es la época de los satélites[1], la ARPANET, futura INTERNET, los micrófonos en los zapatos, las cámaras ocultas tras las hebillas del cinto…de donde surgirían personajes como James Bond, con sus interminables conquistas y batallas contra “los malos”, así como la serie de comedia de los 60´s Get Smart, entorno al súper agente 86, Maxwell Smart.

Si nos vamos un poco más atrás (s. III-XVII) o más bien un mucho, las acechanzas se circunscribían al diablo y sus agentes, aquellos que eran malos y que iban sembrando la semilla del mal. Contrariar al soberano equivalía a pecar contra Dios y su iglesia, y viceversa. ¿La penitencia? Se les excomulgaba cuando no se les enviaba a la hoguera, bajo el principio de más vale perder el cuerpo en este mundo, pero salvar el alma para la eternidad, a ser arrogado a la hoguera eterna, al lugar de lamento y rechinar de dientes. Lo que inspiraba tales medidas era un bien, y no un simple bien terrenal, caduco y finito, sino sublime, bienaventurado, eterno: la salvación. De ahí que la tristeza y el dolor del suplicio se tolerasen, tanto para los jueces, verdugos y los propios condenados, “Se trata de tu bien hijo/a mío/a”.

Posteriormente el enemigo a vencer fue el oscurantismo medieval, contrarrestando el dogmatismo eclesial con las armas de la razón, surgiendo así la luz de la ciencia. “El libro del universo está escrito en lenguaje matemático” –ha dicho Galileo Galilei. Aquel hombre de ciencia, que, entre tener que conseguir dinero para que sus hermanas de una vez “salieran” y consiguieran un buen partido, y confeccionar artefactos con los cuales observar el cielo -siendo el primero en hacer esquemas sobre las manchas del sol- planteó que serían las matemáticas las que llevarían a la humanidad al desciframiento de los fenómenos del universo. Después se organizará toda esta tradición gracias a los planteamientos de Descartes en su Discurso del Método y Tratado del hombre.

La propuesta ahora será que la ciencia, y en el siglo XIX, la tecnología, nos llevarán al progreso. Recordemos que en México (1876-1910) el lema de Porfirio Díaz fue “Orden y Progreso”. Pero el proyecto de la ilustración, el de la ciencia como medio para lograr el desarrollo, la cultura, bla,bla,bla unido al ideal industrial y mercantil, terminará por crear artefactos de guerra, que serán utilizados en las grandes batallas del siglo XX, siglo de las telecomunicaciones. Siendo su máxima expresión los campos de concentración del IIIer Reich, bajo el dominio de Adolf Hitler. Recordemos que la primera transmisión masiva por televisión fueron los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936

Habrá quien argumente que la ciencia y tecnología en si mismas no son “malas”[2]sino el uso que les da el humano. Que igual la Ia y IIª guerras mundiales, Hyroshyma, La Tormenta del Desierto, la guerra en Irak, etc. no fueron por la ciencia y tecnología, sino por otros intereses. Ok, pensemos que si, que la ciencia y la tecnología no son objeto de la moral por sí mismas, pero si en el sentido de la reducción que su nivel de aproximación les requiere, unido a su uso político. Por ejemplo una Tomografía Axial Computarizada me muestra diversas estructuras del cerebro para, por ejemplo, poder localizar algún tipo de tumor, pero nunca me mostrará qué significa para dicha persona y su familia la presencia del tumor, cómo lidian en la vida diaria, es decir, cómo impacta el tumor en sus vidas. A eso nos referimos con la reducción de la vida humana a un cierto elemento (cerebro, genes, virus, dinero, estadística, etc.)

Reducción-precisión como la que deseamos que tenga un ingeniero civil al construir un puente, deseamos que lo haga con exactitud y pericia, y no necesariamente que se ponga a hacer una poesía sobre lo hermoso de la vista que dan los puentes, sino que revise la resistencia de los materiales, soportes, etc. y todo lo que un ingeniero debe de hacer al momento de construir un puente.

Dicha reducción de la existencia humana a sus variables biológicas produce sus efectos no solo en el campo de la medicina, sino en el campo político y en de la administración pública. Cuando el jefe capitalino de una de las ciudades más grandes del mundo, como el Distrito Federal, dice que el valor a proteger es la vida humana, lo que primero uno se pregunta es ¿Y a costa de qué tipo de medidas? Esto lo dice en el marco de una campaña por contrarrestar los efectos de un nuevo virus, antes llamado de Influenza porcina, hoy A H1N1 (Le tuvieron que cambiar el nombre pues la FAO[3]se quejó de que se identificara el mal de la influenza proveniente de tan noble animal, incluso en algunos países se dieron auténticos holocaustos porcinos.) hace recordar esas películas futuristas de ciencia ficción en donde los gobiernos son de lo mas autoritarios, dedicados a controlar plagas, virus y demás bacterias, por “el bien” de los ciudadanos. Ya no se trata de luchar contra otras religiones, ideologías o poderes económicos, ni siquiera por el petróleo, sino contra los microorganismos, entonces se vuelve imparable. Pues, como ha señalado Borges, si en la democracia vale la opinión de la mayoría, que sucederá cuando la mayoría opte por la tiranía. Además eso es algo que en la actualidad se aprecia todos los días: los intentos de los medios de comunicación y partidos políticos por crear dichas mayorías.

Seguramente habrá quien considere esto como una exageración de quien esto escribe, que no hay por qué temer, que hay que protegernos, siguiendo las medidas que las autoridades de salud van planteando, que no hay dobles o triples intensiones en esto, que no es una cortina de humo, como el chupacabras, etc. que el gobierno lanza para aprobar leyes. Sin embargo -me parece- no se trata de no tomar ciertas medidas básicas de higiene que debieran ya ser hábitos (lavarse las manos, no escupir, no llevarse las manos sucias a la cara, etc.) sino de las medidas implementadas, así como lo que las señales de alarma -que se anuncian intermitentemente- producen: excluir el trato con los demás, suspender clases, trabajos, etc. sugerir que cada quien se recluya en su casa, evitando el contacto con los otros. Lo que se hace es no promover la enseñanza de las medias, sino cancelar la posibilidad del contacto con el otro, que en este caso, es mi enemigo, en tanto potencial portador de un mal.

Cuando lo que muchos médicos sugieren en entrevistas es tomar medidas básicas, no muy distintas a las que siempre se deben de considerar. Con lo cual se diferencian de sus colegas en funciones públicas, los cuales plantean discursos más extremos. Qué llevan a la población a infantilizarse, obedeciendo sin reflexionar al respecto de lo que se dice. Por ejemplo, el cubre-bocas no se usa cuando uno está solo en el carro o solo en el baño, sino cuando se está hablando con alguien a menos de dos metros de distancia. No siendo la mejor medida, sino el lavarse las manos, dicho sea de paso.

Lo que hay que seguir de tales medidas es su faceta de exclusión-reclusión, como mecanismos de control que aparentemente desprovistos de toda “mala intensión” reducen la vida humana a condiciones donde sería muy difícil disfrutarla: ¿Para qué quiero una vida en la que no pueda salir, en la que no pueda ir a trabajar, ni ir estudiar, una vida en la que no puedo salir con mis amigos a cenar o a un antro a tomar, oír música o bailar? Si el valor a proteger es la vida, ¿qué sucederá cuando alguna otra cosa amenace esa vida de la que se habla?...Es paradójico, y sobre todo viniendo de Ebrar, quien si algo protegió al luchar por una ley que permitiera a quien así lo decidiera, abortar, respetando su derecho a decidir, pensara en esas medidas generalizadas. Otra forma de verlo es que dichas funciones biopolíticas vienen con el puesto, aunque no necesariamente serían definitivas. Además, ¿Por qué justamente ahora se envía una iniciativa de ley al cenado de la república, promoviendo estados de excepción?[4] Que facultaría al estado para suspender las garantías individuales de los ciudadanos permitiendo que las fuerzas armadas realicen ciertas acciones, sin ser investigados posteriormente.

¡Bienvenidos a la era de los virus!


camilormz@gmail.com
http://camiloramirez.jimdo.com/

[1] Después de que Rusia puso en orbita el Sputnik, muchas personas comenzaron a quejarse de que entonces ahora los gobiernos podrían saber sus pensamientos, vigilarlos constantemente. (Ver Miller, J.A. El saber delirante, Buenos Aires: Paidós, 2005)
[2] Esa ha sido la opinión recurrente de Gil Grissom, hasta hace poco jefe del equipo de CSI las Vegas, quien como entomólogo, dirige el laboratorio de criminalística, que se encarga de resolver crímenes de manera “científica” bajo el principio de “deja que la evidencia hable por sí misma”. Por supuesto los problemas irrumpen cuando los personajes comienzan a preguntarse –no sin dejar de remitirlos a su complicada existencia- sobre el sentido del crimen, ¿Cómo es que alguien se atreve a matar a otro?, no teniendo lugar la pregunta sobre el sentido ¿Qué es lo que se mata cuando se mata a alguien? Lo cual lleva el crimen al terreno de lo humano-especular (amor, odio, etc.) con lo cual se pudiera saber algo sobre el sentido, el por qué de determinado crimen.
[3] Food and Agriculture Organization, componente de la Organización de las Naciones Unidas
[4] “Leyes de excepción” (EL NORTE 26.04.09)

1 comment:

José Vieyra said...

Si bien las medidas tomadas son eminentemente morales "es por el bien", apelando a la capacidad intelectiva del ser humano a dicernir entre el bien y el mal, etc., no estaría necesariamente del todo convencido con la idea de que la ciencia no sea también objeto de la moral, es decir, en tanto producción humana no puede ser "amoral", ni su producción ni quien la produce, recuerdo ahora la obra de teatro "Galileo Galilei" de Bertolt Brecht, en que acusa y evidencia la endeblez humana de Galileo al retractarse de sus avances científicos, ¿de qué lado está la moral ahí?

Igualmente, parece que también la ciencia ha quedado de alguna manera reducida a una herramienta del bien, como si el conocimiento necesariamente significara progreso. Recuerdo que el mismo Freud no estaba muy convencido acerca de que la humanidad tendiera hacia mejora.

Aún no tengo claro esto, pero fue lo que me dio a pensar tu artículo.

Saludos