PSICOLOGÍA DEL AMOR
por
Camilo Ramírez Garza
Al abordar el Amor, no se trata de reducirlo a una serie de nociones ya dadas que “explicarían” que sucede para que alguien se enamore, como desde hace algunos años se habla de “fisiología del amor” “química amorosa” “aspectos psicológicos del enamoramiento, incluso de un gen especial del amor, etc. como también se habla “del gen de Dios” “gen de la creatividad, etc.
Cuando preguntaban a Freud sobre los vericuetos del amor, no tenía empacho en decir que se preguntara a los poetas, a los artistas. ¿Por qué dar esa respuesta y no ceder a la tentación de desplegar una suerte de maestría explicativa sobre qué es el amor? ¿Será que al explicar se reduce? ¿Será el amor un imposible de explicar, de asir?
Al explicar el amor sucede lo mismo que con los chistes, se le pierde el chiste: aquello que podría producir las risas y carcajadas más intensas, se escurre diluyéndose en explicaciones serias y ordenadas, a la manera de números o incisos clasificatorios. Hay quienes gustan de la poesía pero no de las sesiones explicativas o críticas sobre la misma. Pues ese otro lenguaje que habla sobre el lenguaje de la poesía, se pretende serio y formal, no juguetón y lleno de figuras como aquello que va tejiendo lo mismo la poesía que los chistes. Por ello al desplazar la pregunta sobre el Amor hacia los artistas y poetas, Freud estaba asegurando el carácter enigmático del Amor, la imposibilidad de decirlo todo de una buena vez; eso que después Jacques Lacan dijo refiriéndose al carácter inherente del medio-decir de la verdad (Le mi dire de la verité) pues faltan palabras para ello. Lo mismo el Amor, es un imposible de asir.
La actividad clínica psicoanalítica se centra en el Amor. No para explicarlo o reducirlo, sino para tomarlo como motor de su experiencia. Ahí donde otros dicen un montón de tecnicismos des-afectivizados (relaciones de pareja, adicciones, problemas de conducta, trastornos de carácter, conflictos sexuales, problemas académicos, etc.) el psicoanálisis aborda el malestar y sufrimiento desde el Amor (Amor a si mismo, Amor a otros, Amor a algo, Amor al trabajo etc.) como una posibilidad de sostenerse en la vida a partir de una posición singular de hacer y de vivir.
El milagro del Amor no puede ser descifrado a completud, pues se desvanecería al instante. Es decir, no a la manera del desciframiento del mapa del genoma humano. Pero no por ello abandonamos la posibilidad de decir dos o tres cosas sobre el mismo.
El Amor es un milagro que irrumpe creando un hueco, a partir de una grieta que no termina de abrir y cerrarse a voluntad. No hay palabras suficientes, abandonamos todo intento por buscarlas, se habla con lo que hay, con lo que se dispone. Si en la obra de Freud se menciona a la sexualidad como origen de todos los malestares, no es en tanto sexualidad reducida a las nociones biológicas de libros, sino a la sexualidad como Eros. De ahí que hablar de sexualidad en psicoanálisis es hablar del Amor con todas sus implicaciones y consecuencias. De “eso” que no está dado de nacimiento, pues hemos perdido toda regulación instintiva, y que tiene que devenir en la interacción con la cultura, con la lengua que nos ama: la lengua materna que nos nombra, nos llama y consuela; e inscribe el cuerpo erógeno en el simple organismo desarticulado. De ahí que el Amor sea un imposible de asir, completa y directamente, sino por rodeos y rodeos, alusiones y juegos; de perderse jugando para encontrarse. Donde la apuesta de todo Amor podría ser: ¿Se desea seguir jugando?
Cuando preguntaban a Freud sobre los vericuetos del amor, no tenía empacho en decir que se preguntara a los poetas, a los artistas. ¿Por qué dar esa respuesta y no ceder a la tentación de desplegar una suerte de maestría explicativa sobre qué es el amor? ¿Será que al explicar se reduce? ¿Será el amor un imposible de explicar, de asir?
Al explicar el amor sucede lo mismo que con los chistes, se le pierde el chiste: aquello que podría producir las risas y carcajadas más intensas, se escurre diluyéndose en explicaciones serias y ordenadas, a la manera de números o incisos clasificatorios. Hay quienes gustan de la poesía pero no de las sesiones explicativas o críticas sobre la misma. Pues ese otro lenguaje que habla sobre el lenguaje de la poesía, se pretende serio y formal, no juguetón y lleno de figuras como aquello que va tejiendo lo mismo la poesía que los chistes. Por ello al desplazar la pregunta sobre el Amor hacia los artistas y poetas, Freud estaba asegurando el carácter enigmático del Amor, la imposibilidad de decirlo todo de una buena vez; eso que después Jacques Lacan dijo refiriéndose al carácter inherente del medio-decir de la verdad (Le mi dire de la verité) pues faltan palabras para ello. Lo mismo el Amor, es un imposible de asir.
La actividad clínica psicoanalítica se centra en el Amor. No para explicarlo o reducirlo, sino para tomarlo como motor de su experiencia. Ahí donde otros dicen un montón de tecnicismos des-afectivizados (relaciones de pareja, adicciones, problemas de conducta, trastornos de carácter, conflictos sexuales, problemas académicos, etc.) el psicoanálisis aborda el malestar y sufrimiento desde el Amor (Amor a si mismo, Amor a otros, Amor a algo, Amor al trabajo etc.) como una posibilidad de sostenerse en la vida a partir de una posición singular de hacer y de vivir.
El milagro del Amor no puede ser descifrado a completud, pues se desvanecería al instante. Es decir, no a la manera del desciframiento del mapa del genoma humano. Pero no por ello abandonamos la posibilidad de decir dos o tres cosas sobre el mismo.
El Amor es un milagro que irrumpe creando un hueco, a partir de una grieta que no termina de abrir y cerrarse a voluntad. No hay palabras suficientes, abandonamos todo intento por buscarlas, se habla con lo que hay, con lo que se dispone. Si en la obra de Freud se menciona a la sexualidad como origen de todos los malestares, no es en tanto sexualidad reducida a las nociones biológicas de libros, sino a la sexualidad como Eros. De ahí que hablar de sexualidad en psicoanálisis es hablar del Amor con todas sus implicaciones y consecuencias. De “eso” que no está dado de nacimiento, pues hemos perdido toda regulación instintiva, y que tiene que devenir en la interacción con la cultura, con la lengua que nos ama: la lengua materna que nos nombra, nos llama y consuela; e inscribe el cuerpo erógeno en el simple organismo desarticulado. De ahí que el Amor sea un imposible de asir, completa y directamente, sino por rodeos y rodeos, alusiones y juegos; de perderse jugando para encontrarse. Donde la apuesta de todo Amor podría ser: ¿Se desea seguir jugando?
1 comment:
Es la primera vez que entro a tu blog y ya te agregué a mis favoritos. Gracias por compartir estas ideas con nosotros.
Llegué a tu página buscando sobre mentes asesinas (mientras divago entre personajes y novelas) y al final me quedé leyendo.
Saludos.
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