Thursday, August 21, 2008
Friday, August 15, 2008
Monday, August 11, 2008
Wednesday, August 06, 2008
MURIENDO A EXCESO DE VELOCIDAD
por
Camilo Ramírez Garza
Unos instantes antes de que cambien las luces del semáforo, arranca a toda velocidad que casi se estampa con otro que no se ha detenido ante la luz ámbar. Mientras otros a gran velocidad surcan las avenidas sin freno alguno. Después de todo la misma ingeniería vial se ha diseñado para quitar semáforos y bollas, so pretexto del “tiempo perdido” en embotellamiento (pasos a desnivel, puentes viales, etc.) mismos que otrora regularan la velocidad. Ahora todo mundo, o la mayoría, avanza a gran velocidad, siempre hay prisa, siempre hay premura, que pensar en disfrutar la lentitud de un paseo se vuelve imposible. Ya no se sabe esperar.
Recientemente en un lapso de dos semanas acontecieron fatales accidentes automovilísticos, justamente en una avenida, como lo es la Ave. Garza Sada, en donde recientemente se realizaron diversas adecuaciones (puentes elevados y en desnivel) a fin de eliminar los semáforos y agilizar la vialidad. Por lo que un automovilista al transitar por dicha avenida viniendo de la Ave. Félix U. Gómez, Morones Prieto o Constitución, se encuentra con un solo semáforo enfrente de la colonia Nuevo Repueblo, posibilitando desplazarse hasta la carretera nacional sin freno alguno. Motivo por el cuál la autoridad vial se ha dado a la tarea de instalar diversos agentes que monitoreen la velocidad de los automovilistas, mediante la medición de la velocidad vía radar.
Independientemente de la regulación de la autoridad, me interesa comentar, en este breve espacio, respecto a la pasión por la velocidad que tiene como efecto la muerte al volante. Partamos de la pregunta elemental: ¿Por qué manejar a altas velocidades? Alguien podría responder que por prisa, después de todo el mandato actual es “¡No hay tiempo que perder!” (Trabajo, escuela, diversión) todo se realiza deprisa. Si así fuera el caso, tendríamos que pensar que entonces nuestras premuras podrían ser peligrosas: se tiene tanta prisa por llegar aprisa, pero justamente esa prisa puede hacer anticipar o adelantar la muerte. De ahí la sabiduría del dicho: “Voy despacio que llevo prisa” El cual reconoce lo gozoso de la prisa y la urgencia, ¡La emoción! Y justamente por ello sugiere el freno, es decir la regulación del acceso directo al goce total, a fin de poder llegar, mantenernos con vida.
Es justamente porque la velocidad pone en juego el exceso de la vitalidad, primero de la máquina y después la propia, mediante la ilusión de ser-uno-con-la-máquina, de ahí la sensación de alcanzar la “libertad” al acelerar el automóvil, sentir la vida en el borde de la muerte. No por nada Andy Warhol, artista norteamericano representante del Pop-Art plasmará en diversas obras el accidente de automóvil. Así como también James Dean dará culto a la velocidad, al grado de perder la vida por es misma pasión. Basta con ver cualquier comercial de automóviles: todos son manejados a altas velocidades, al tiempo que se garantiza una excesiva seguridad. ¿Y no será que por sentirse tan seguros, se escurre por ahí el peligro, por la misma excesiva confianza de acelerar y acelerar al cabo las bolsas de aire frontales, las cortinas de aire, los censores, frenos ABS, harán su función? Y ¿Qué no decir de todas las medidas de la biotecnología (operaciones, fármacos, prótesis, seguros de gastos médicos, etc.) que pueden recibir al accidentado, dándole la ilusión de que es posible arreglarlo todo? ¿Acaso todo es remplazable?
Morir al volante constituye un exceso de pasión por la velocidad, produce lo mismo que mirar desde una gran altura: algo se suscita en el terreno de gozar inmensamente (in-mensamente, ¡mensamente!) al quitarle todo freno y regulación al acceso al goce, mediante el encanto del mercado que manda: ¡Tienes que gozar! ¡Ser lento es feo, aburrido! ¡Todo debe de ir en un dos por tres…en infinitum! Lo cual deja desprotegido y puede encaminar hacia la muerte; mientras que la restricción al introducir la frustración posibilita desear y experimentar culpa, y por lo tanto reparar, en si, ser una protección frente al deseo sin borde ni limitantes (goce) que en el caso vial es la función que desempeñan los semáforos y las bollas o topes.
camilormz@gmail.com