EL SUJETO DE LA CIENCIA
Camilo Ernesto Ramírez Garza
El ideal de la ilustración, como el de la revolución industrial, y la actualidad tecnocientífica, es el de ofrecer-desarrollar-producir “algo” que haga al ser humano más virtuoso y autosuficiente; “mejor persona”, al tiempo que le otorga herramientas de vanguardia tecnológica para eficientizar los procesos de producción, elevar el nivel de vida; aumentar la producción y las ganancias; simplificar las actividades diarias, añadirle más confort, adelantarse al error, a la enfermedad, si acaso ¿A la muerte? etc. ¿Quién rechazaría semejantes ofrecimientos?
Para lograrlo, requiere de la codificación de los fenómenos en variables precisas, a medir y cuantificar. Estableciendo variables, es que éstas pueden estudiarse -y medirse- en sus repeticiones, establecer asociaciones, sin ser necesariamente explicaciones causales, como decir, el 56% de los adultos con problemas de pareja (habría que definir primero dicho concepto, en función de una reducción operacionalizable en variables de “eso” a lo que se le llama “problemas de pareja”) provienen de padres con 1.3 divorcios, (¿Qué es eso de 1.3 divorcios?) y una desviación estándar de 3.6. De tal manera que se requerirían dos procesos: 1) la reducción-definición del hecho a ciertas variables –dejando obviamente a algunas fuera- 2) su medición: cuantas veces se presentan. Quedando de tal manera aparentemente explicado el “hecho” pero inevitablemente reducido y generalizable. Puesto que lo que se pierde al operacionalizar en variables es el sentido y significado de lo particular del hecho mismo, imposibilitándose, leer lo que de forma cifrada está manifestando en eso que se padece, se sufre y que se presenta en al vida como un problema.
Un ejemplo de nuestros días: el llamado Trastorno por Déficit de Atención –con o sin- Hiperactividad (TDAH). Diariamente se diagnostican decenas de niños con TDAH, debido a que presentan los siguientes síntomas (variables a medir): no pueden seguir órdenes en la escuela y/ o casa; no terminan una actividad, cambian de una a otra, no enfocándose en una sola; son impulsivos; poco reflexivos; se paran de su banco y no hay forma en que los maestros y/o sus padres logren hacer que se sienten; pierden sus útiles escolares; son peleoneros; a menudo incurren en conductas delictivas, hurtan cosas en casa y en la escuela, etc., etc. Partiendo que a “ESO” a lo que se le llama TDAH, se presenta como insoportable para padres y escuela, es que entonces se solicita la atención de un “especialista”, generalmente un neurólogo, psiquiatra o psicólogo, quien valore la situación y determine el tratamiento a seguir: farmacológico y psicológico. Hasta este momento, padres y escuela, se encuentran desesperados por lo irrefrenable de la conducta de su hijo o hija.
Las causas que se ofrecen sobre tal “trastorno” son variadas: un desvalance en la producción o recaptura de un cierto neurotransmisor (dopamina, noradrenalina, serotonina) fallas en el lóbulo frontal. Es decir, hay algo “mal” en el funcionamiento del cerebro de esa persona. No decimos que ello no ocurra o participe (el cuerpo, como decia Sócrates, participa, más no condiciona el sentido de lo que el humano hace, sería como quitarle toda su fuerza creativa, simbólica e imaginaria) pero a menudo tal explicación “viene como anillo al dedo” para que, tanto el colegio como los padres, se des-impliquen de lo que sucede con su hijo(a) y alumno(a): “Entonces, yo no tengo nada que ver, eso es algo que el niño ya traía adentro (organismo, cerebro, genes)” Como si la relación con ellos no tuviera efectos en ese sujeto. Es entonces cuando aparece el sujeto de la ciencia y tecnología: reducido al BIOS (cuerpo-máquina) desvinculado de su contexto subjetivo, familiar y social; operacionalizado para su estudio desde sus elementos absolutos y generales: cerebro, genes, estómago, etc. En donde lo único que le queda es recibir terapias farmacológicas y psicológicas, que lo organicen, "enderecen" e intenten llevar a un estado de “salud”, de "equilibrio", al deber ser para sus padres y escuela, sin por ello entender el sentido de su padecer, por su relación con su singularidad subjetiva. Perdiéndose esas particularidades que no caben en el número o en un electroencefalograma, o TAC: la lectura a la letra del qué, cómo, ante quién, por qué, qué sentido tiene, a quién va dirigido, qué expresa, qué muestra de forma cifrada acerca de su realidad (sentir, simbolizar, actuar) es que podríamos saber algo, reconocer algo de ese sujeto. Por ello, dirá Jacques Lacan, que el sujeto del que se ocupa el psicoanálisis es aquel que ha sido rechazado de la ciencia: el singular y no el general. Aunque evidentemente al análisis puede asistir también el más alto mando militar.
camilormz@gmail.com
Para lograrlo, requiere de la codificación de los fenómenos en variables precisas, a medir y cuantificar. Estableciendo variables, es que éstas pueden estudiarse -y medirse- en sus repeticiones, establecer asociaciones, sin ser necesariamente explicaciones causales, como decir, el 56% de los adultos con problemas de pareja (habría que definir primero dicho concepto, en función de una reducción operacionalizable en variables de “eso” a lo que se le llama “problemas de pareja”) provienen de padres con 1.3 divorcios, (¿Qué es eso de 1.3 divorcios?) y una desviación estándar de 3.6. De tal manera que se requerirían dos procesos: 1) la reducción-definición del hecho a ciertas variables –dejando obviamente a algunas fuera- 2) su medición: cuantas veces se presentan. Quedando de tal manera aparentemente explicado el “hecho” pero inevitablemente reducido y generalizable. Puesto que lo que se pierde al operacionalizar en variables es el sentido y significado de lo particular del hecho mismo, imposibilitándose, leer lo que de forma cifrada está manifestando en eso que se padece, se sufre y que se presenta en al vida como un problema.
Un ejemplo de nuestros días: el llamado Trastorno por Déficit de Atención –con o sin- Hiperactividad (TDAH). Diariamente se diagnostican decenas de niños con TDAH, debido a que presentan los siguientes síntomas (variables a medir): no pueden seguir órdenes en la escuela y/ o casa; no terminan una actividad, cambian de una a otra, no enfocándose en una sola; son impulsivos; poco reflexivos; se paran de su banco y no hay forma en que los maestros y/o sus padres logren hacer que se sienten; pierden sus útiles escolares; son peleoneros; a menudo incurren en conductas delictivas, hurtan cosas en casa y en la escuela, etc., etc. Partiendo que a “ESO” a lo que se le llama TDAH, se presenta como insoportable para padres y escuela, es que entonces se solicita la atención de un “especialista”, generalmente un neurólogo, psiquiatra o psicólogo, quien valore la situación y determine el tratamiento a seguir: farmacológico y psicológico. Hasta este momento, padres y escuela, se encuentran desesperados por lo irrefrenable de la conducta de su hijo o hija.
Las causas que se ofrecen sobre tal “trastorno” son variadas: un desvalance en la producción o recaptura de un cierto neurotransmisor (dopamina, noradrenalina, serotonina) fallas en el lóbulo frontal. Es decir, hay algo “mal” en el funcionamiento del cerebro de esa persona. No decimos que ello no ocurra o participe (el cuerpo, como decia Sócrates, participa, más no condiciona el sentido de lo que el humano hace, sería como quitarle toda su fuerza creativa, simbólica e imaginaria) pero a menudo tal explicación “viene como anillo al dedo” para que, tanto el colegio como los padres, se des-impliquen de lo que sucede con su hijo(a) y alumno(a): “Entonces, yo no tengo nada que ver, eso es algo que el niño ya traía adentro (organismo, cerebro, genes)” Como si la relación con ellos no tuviera efectos en ese sujeto. Es entonces cuando aparece el sujeto de la ciencia y tecnología: reducido al BIOS (cuerpo-máquina) desvinculado de su contexto subjetivo, familiar y social; operacionalizado para su estudio desde sus elementos absolutos y generales: cerebro, genes, estómago, etc. En donde lo único que le queda es recibir terapias farmacológicas y psicológicas, que lo organicen, "enderecen" e intenten llevar a un estado de “salud”, de "equilibrio", al deber ser para sus padres y escuela, sin por ello entender el sentido de su padecer, por su relación con su singularidad subjetiva. Perdiéndose esas particularidades que no caben en el número o en un electroencefalograma, o TAC: la lectura a la letra del qué, cómo, ante quién, por qué, qué sentido tiene, a quién va dirigido, qué expresa, qué muestra de forma cifrada acerca de su realidad (sentir, simbolizar, actuar) es que podríamos saber algo, reconocer algo de ese sujeto. Por ello, dirá Jacques Lacan, que el sujeto del que se ocupa el psicoanálisis es aquel que ha sido rechazado de la ciencia: el singular y no el general. Aunque evidentemente al análisis puede asistir también el más alto mando militar.
camilormz@gmail.com
No comments:
Post a Comment