Camilo Ernesto Ramírez Garza
La pérdida de los referentes consiste en la deslocalización -en la cultura- de valores y expresiones que otrora fueran inherentes y soporte de la misma: culpa; respeto por el otro, sea autoridad, mis mayores, mi semejante; el sentido del esfuerzo, el sufrimiento y la muerte. La actualidad está plagada de discursos políticamente correctos en los que todo es limpio y ordenado; transparente y certificado; para todo hay tiempos, procesos, mecanismos y estrategias que salvaguardan de las contrariedades, junto al bienestar de todos. Son los tiempos de una era democrática, en donde se supone que todos aparentemente tenemos la libertad de elegir, alzar nuestra voz y emitir nuestro voto y opinión, sobre cualquier tema, situación, institución o candidato. Atrás han quedado los regimenes autoritarios e impositivos, machistas, que solo buscaban someter y controlar abiertamente. Hay quienes piensan que en la actualidad no se han erradicado, sino que realmente se ha pasado a nuevas formas de control más finas y sutiles. ¿Pero quién osará pensar semejante cosa? Seguramente un pesimista, aguafiestas que está en contra del progreso y desarrollo.
Notas, conferencias y artículos; conversaciones al sabor de un café o por teléfono; en la sala de maestros; entre padres, comentan la pérdida del respeto a la autoridad (padres, maestros, sacerdotes, políticos, policía, etc.) ¿Dónde ha quedado la autoridad, los valores humanos, el respeto? Después se dice que los adolescentes cada vez están más bárbaros; que no es exclusivo de ciertos niveles socioeconómicos, que igual hay chiflados, groseros e indiferentes en fomerrey que en la colonia del Valle; que incluso éstos últimos son peores, ya que disponen de carteras a reventar y veloces automóviles, con la excelente combinación de unos padres que miden –cuando no sacian- sus culpas dándoles todo: autos, casas, viajes, ropa, dinero… un status. Sin proveerlos de lo único esencial: reglas y límites, que como el borde de un vaso permite al agua no desbordarse, tomar forma, así sus hijos e hijas solicitan a gritos con sus actos que les pongan un freno a sus deseos, esos deseos que como bien señaló Freud, pasan de ser pulsión de vida a pulsión de muerte: accidentes al volante en donde la velocidad fue la pasión que finalmente los tomó; las drogas, como posibilidad sintética de tener la alegría al alcance del bolsillo, etc.
Todo esto sucede en cascada, por varios factores que van desde la excesiva permisividad que con la bandera sesentera de Let it be! (¡Déjalo ser!) “No le digas nadas porque se trauma”; Un constructivismo mal entendido por los colegios, quienes psicologizan todo (“Lavándose las manos”) haciendo desaparecer el sentido común, sustituido por los discursos especializados, llenos de evoluciones, estandarizaciones y estadísticas; números y cifras que no resuelven nada. Por otro lado, el estado asumiendo los asuntos otrora dominio de las familias, deslocalizándose aun más la paternidad; Las lógicas empresariales de la “calidad total” adentrándose en la educación, en donde todo proceso se basa en la evidencia tanto de su diseño, operación, evaluación y resultados. Quedando así el sujeto reducido a evidencia certificada y transparente. En detrimento del diálogo y el juicio critico. ¿Algunas claves? Hoy se escuchan tantos discursos políticamente correctos: los medios tienen la fuerza necesaria para crear o destruir imágenes públicas a la velocidad del cliché, por las altas sumas de dinero empleadas en imagen personal en radio, prensa y televisión monopolizada.
Si los hijos ahora no respetan ni a sus padres, maestros y familiares, y éstos se sienten anclados, solicitándoles, pidiéndoles, ¡rogándoles! que se porten bien, es justamente porque en ellos se ha permitido instalarse las lógicas más egoístas y crueles que organizan nuestro mundo: “Toma lo que quieras, puedes gozar todo lo que quieras, basta con que te cubras diciendo lo políticamente correcto, que sabes todos quieren escuchar” Primero la iglesia perdió su fuerza y referentes, gracias a su autoritarismo, ineficiencia y atrocidades cometidas: solapamiento de abusos sexuales, políticas misóginas. Después el gobierno con su corrupción y tráfico de influencias; con decir una cosa en la tele y hacer otra fuera de los refelctotres; minando aún más su autoridad.
camilormz@gmail.com
[1] Articulo publicado en periódico El Porvenir (21.03.07) Sección Cultural, p.3
Tuesday, March 27, 2007
"cardenal-coca-cola" Camilo Ramírez, 2007
Thursday, March 08, 2007
LAS FORMACIONES DEL INCONSCIENTE[1]
[1] Articulo publicado en el periódico El porvenir, sección cultural, p. 3 miércoles 7 de marzo 2007
Camilo Ernesto Ramírez Garza
“El Inconsciente está estructurado como un lenguaje” (Jacques Lacan) de él tenemos conocimiento a partir del trabajo de Sigmund Freud, creador del psicoanálisis. Pero ¿Qué es el Inconsciente? El Inconsciente es un Saber que se nos revela sorpresivamente, trastocando toda lógica conciente. La conciencia es el ámbito psíquico en donde realizamos nuestras actividades concientes, las que advertimos al destinarles nuestra atención; es el aquí y ahora –presente- de nuestras sensaciones y pensamientos. El Inconsciente, por su parte, es un ámbito psíquico desconocido, pero siempre activo y operante, manifestándose en la conciencia mediante síntomas, sueños, lapsus, actos sintomáticos, olvidos, chistes, etc. Por lo tanto nuestro psiquismo está dividido, no disponemos del conocimiento, ni control total. Pero, ¿Por qué son tales formaciones, manifestaciones del Inconsciente? Y ¿Qué nos muestran?
El síntoma, el sueño, el lapsus, el olvido, el chiste, son sorpresivos, poseen una misma estructura y proceso de construcción: un elemento manifiesto (imagen relatada del sueño; padecimiento localizado en el cuerpo, el actuar o el pensamiento, una idea; un vacío de información o su cambio por otra; un elemento que alude a otro, algo no dicho que sugiere el humor del chiste) un elemento cifrado en el manifiesto, como en la poesía; efectos, sentidos y significados: relato del sueño, decir algo que no se quería, reír, olvidar.
Cuando hablamos o escribimos, tratamos de hacerlo bajo cierta lógica inherente a la sintaxis del lenguaje; así como a los usos prácticos, sin escapar a lo establecido moralmente. Nuestro decir es regulado por la lógica, la moral y aparentemente por la voluntad. Sin embargo, el sorpresivo lapsus linguae rompe dichas lógicas de lo que se está diciendo (“Yo no quería decir eso” “Me confundí” –se argumentará.) manifestándose como un elemento en apariencia ajeno, sin sentido. Al preguntar el psicoanalista sobre las ocurrencias sobre ese lapsus (lo que viene a la conciencia) se intenta liberar al discurso de las trabas y organizaciones racionales, morales e ideológicas del pensar, haciendo aparecer “lo no dicho” directamente, pero aludido, cifrado en el lapsus (en el sueño, los síntomas, ideas, recuerdos) “Hable de todo lo que se le ocurra, sin descartar nada, por más ilógico, sin sentido y vergonzoso, que le parezca “–dice el psicoanalista, al sujeto durante su análisis.
El cuerpo, sujeto a su anatomía y fisiología, posee además múltiples y personales significaciones y simbolizaciones. No solamente tenemos un cuerpo fisiológico, sin erogenizado, del placer; una imagen del mismo, que a menudo trastoca su funcionamiento, expresándose bajo diversos padecimientos y enfermedades, ¡Y todo eso sin que nos demos cuenta, sino por sus efectos! p. e. en la piel, dolores de cabeza, trastornos gástricos, y digestivos, alucinaciones. Al hablar y pensar sobre el cuerpo, entonces lo hacemos realidad simbólica e imaginaria, a la que dotamos de significados y afectos.
El Chiste, el Humor, la puntada, la ocurrencia aguda, son juegos de palabras en donde un elemento está aludido en otro. Lo “no dicho” ha sido desplazado a otro elemento con el que guarda cierta similitud metafórica o metonímica; p. e. por su orden adquieren otro significado (“Más vale pájaro en mano, que enfermedad venérea”) El primer elemento es resignificado por el contraste y articulación con el segundo. Así como durante el análisis algo cobra sentido a partir de su contigüidad (asociación) con otros elementos que se van narrando.
Los efectos de las formaciones del Inconsciente (sueños, síntomas, lapsus, olvidos, etc.) son el de manifestar esas verdades desalojadas de la conciencia y sustituidas –por la censura- por otra cosa (imagen del sueño, síntoma, chiste, ideas, pensamientos…) es un Saber que se nos revela: lo que sucede con nuestros deseos -problematizados. De ahí que el psicoanálisis se ocupe del caso particular, pues cada cual posee una singular significación de su realidad, de su cuerpo, de su vida, de su Yo… En donde el sentido se cifrará -para su conciencia- descifrarlo, ese es el objetivo del psicoanálisis: que el sujeto advierta el funcionamiento del Inconsciente, sus efectos en su vida.
camilormz@gmail.com
El síntoma, el sueño, el lapsus, el olvido, el chiste, son sorpresivos, poseen una misma estructura y proceso de construcción: un elemento manifiesto (imagen relatada del sueño; padecimiento localizado en el cuerpo, el actuar o el pensamiento, una idea; un vacío de información o su cambio por otra; un elemento que alude a otro, algo no dicho que sugiere el humor del chiste) un elemento cifrado en el manifiesto, como en la poesía; efectos, sentidos y significados: relato del sueño, decir algo que no se quería, reír, olvidar.
Cuando hablamos o escribimos, tratamos de hacerlo bajo cierta lógica inherente a la sintaxis del lenguaje; así como a los usos prácticos, sin escapar a lo establecido moralmente. Nuestro decir es regulado por la lógica, la moral y aparentemente por la voluntad. Sin embargo, el sorpresivo lapsus linguae rompe dichas lógicas de lo que se está diciendo (“Yo no quería decir eso” “Me confundí” –se argumentará.) manifestándose como un elemento en apariencia ajeno, sin sentido. Al preguntar el psicoanalista sobre las ocurrencias sobre ese lapsus (lo que viene a la conciencia) se intenta liberar al discurso de las trabas y organizaciones racionales, morales e ideológicas del pensar, haciendo aparecer “lo no dicho” directamente, pero aludido, cifrado en el lapsus (en el sueño, los síntomas, ideas, recuerdos) “Hable de todo lo que se le ocurra, sin descartar nada, por más ilógico, sin sentido y vergonzoso, que le parezca “–dice el psicoanalista, al sujeto durante su análisis.
El cuerpo, sujeto a su anatomía y fisiología, posee además múltiples y personales significaciones y simbolizaciones. No solamente tenemos un cuerpo fisiológico, sin erogenizado, del placer; una imagen del mismo, que a menudo trastoca su funcionamiento, expresándose bajo diversos padecimientos y enfermedades, ¡Y todo eso sin que nos demos cuenta, sino por sus efectos! p. e. en la piel, dolores de cabeza, trastornos gástricos, y digestivos, alucinaciones. Al hablar y pensar sobre el cuerpo, entonces lo hacemos realidad simbólica e imaginaria, a la que dotamos de significados y afectos.
El Chiste, el Humor, la puntada, la ocurrencia aguda, son juegos de palabras en donde un elemento está aludido en otro. Lo “no dicho” ha sido desplazado a otro elemento con el que guarda cierta similitud metafórica o metonímica; p. e. por su orden adquieren otro significado (“Más vale pájaro en mano, que enfermedad venérea”) El primer elemento es resignificado por el contraste y articulación con el segundo. Así como durante el análisis algo cobra sentido a partir de su contigüidad (asociación) con otros elementos que se van narrando.
Los efectos de las formaciones del Inconsciente (sueños, síntomas, lapsus, olvidos, etc.) son el de manifestar esas verdades desalojadas de la conciencia y sustituidas –por la censura- por otra cosa (imagen del sueño, síntoma, chiste, ideas, pensamientos…) es un Saber que se nos revela: lo que sucede con nuestros deseos -problematizados. De ahí que el psicoanálisis se ocupe del caso particular, pues cada cual posee una singular significación de su realidad, de su cuerpo, de su vida, de su Yo… En donde el sentido se cifrará -para su conciencia- descifrarlo, ese es el objetivo del psicoanálisis: que el sujeto advierta el funcionamiento del Inconsciente, sus efectos en su vida.
camilormz@gmail.com
[1] Articulo publicado en el periódico El porvenir, sección cultural, p. 3 miércoles 7 de marzo 2007
Subscribe to:
Posts (Atom)